POR MARCELA CASTRUITA
Ante la tendencia mundial, producto del cambio climático, de la que el estado de Zacatecas no queda exento, es que habrá periodos más cortos de lluvias, por lo que es necesario utilizar las innovaciones tecnológicas para conservar humedad en las parcelas, cosechar agua y mejorar la productividad de las tierras dedicadas al cultivo del frijol en la entidad para que los productores puedan enfrentar mejor los fenómenos meteorológicos.
José Ángel Cid Ríos, investigador del programa de frijol y garbanzo del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (Inifap), dijo que este año ha sido complicado para la siembra, particularmente de este grano, debido a que fue atípico en las precipitaciones pluviales.
Refirió que, del 2016 a la fecha se han reducido considerablemente las lluvias en el estado, lo que se agrava debido a que el área dedicada a la agricultura está prácticamente desértica debido al exceso de preparación para tierras de labranza. Según estimaciones, indicó, el especialista con 11 años de experiencia en el Instituto, la precipitación pluvial se ha reducido en un 40 por ciento, en ese periodo.
Zacatecas, abundó, tiene tres zonas de potencial productivo: alto, en los territorios que colindan con el estado de Durango, donde se tiene, en promedio, 340 milímetros de precipitación; mediano, en el centro del estado, con 280 milímetros; y las de bajo potencial, localizadas al oriente del territorio estatal en colindancia con los estados de San Luis Potosí y Aguascalientes, donde la precipitación es de 160 milímetros.
Este año, en la zona frijolera del municipio de Sombrerete, el área más extensa dedicada al cultivo de frijol en la entidad, se sembró el 80 por ciento de la superficie, sin embargo, se estima que debido a la sequía y otros fenómenos meteorológicos, como las granizadas, sólo producirá un 40 por ciento.
En Zacatecas se siembran 1 millón 600 mil hectáreas de frijol, de las cuales, unas 700 mil están destinadas a la variedad de negro San Luis.
Sin embargo, este año, las lluvias no llegaron antes del 25 de julio, que se considera la fecha límite para sembrar las variedades de ciclo corto; tampoco sembraron variedades tardías ante el temor de que las heladas las dañen y, ante los pronósticos de poca posibilidad de lluvia y la falta de humedad en la tierra, hubo poca respuesta a la siembra de cultivos alternativos como la avena.
Ante este panorama, Cid Ríos recordó que hay alternativas que se pueden utilizar para enfrentar el cambio climático, algunas, como la pileteadora, que data de hace años; sin embargo, es poco utilizada por los agricultores, a pesar de ayuda en la cosecha de agua y estudios realizados indican que permite incrementar hasta en 50 por ciento el rendimiento de las parcelas.
Otras opciones que permiten incrementar la productividad, añadió, son: el uso de composta, insumos, micorrizas y la siembra en altas densidades.
Algunos de los beneficios que éstas reportan son que disminuyen la erosión eólica y favorecen que se mantenga la humedad disponible para la planta por mayor tiempo en el suelo, además de que no requieren una inversión económica considerable y sí reportan aumento en los rendimientos de entre 30 a 50 por ciento más que las técnicas tradicionales.
“La limitante es que aunque tengamos innovaciones tecnológicas, a veces, los productores por desconocimiento o la incertidumbre de sí funcionará tienen cierta resistencia a cambiar el sistema tradicional para beneficiarse e incrementar su productividad”, puntualizó el investigador.