Por Gibrán Alvarado*
Hace una semana se estrenó un documental sobre otro de los casos mexicanos en los que se muestra el accionar de las autoridades, sus modos, formas y rumbos, los cuales, en una gran variedad de ocasiones, son zigzagueantes, incomprensibles, enmarañadas, extrañas y más… La Dama del Silencio: El caso Mataviejitas, más allá de los aciertos fotográficos, de edición, el cuidado en la presentación de entrevistas y el montaje, pone ante el espectador una muestra de cómo se manejan a diario los encargados de impartir justicia en nuestro país.
Cuando acontece algo, pareciera que es predilección o quizá ya sea parte de la cultura, no lo sé, que si llega a los medios, rápido se convierta en un espectáculo, el cual tiene que durar el tiempo elegido por el poder en turno, debe divertir, desviar la atención de cosas más relevantes dentro del contexto específico que vive la audiencia. Es prioridad darle voz a los presentadores de los noticieros, quienes se prestan al circo y ejercen un papel que no les corresponde, dan juicios de valor o presentan hipótesis e, incluso, sentencian y juzgan a las víctimas o los victimarios. Un ejemplo de ello, en la ficción, es lo que acontece en la trama de la más reciente novela de Jorge Volpi, Partes de guerra, cuando Mimí Barajas, conductora estrella de un noticiero arremete contra unos adolescentes, acusándolos, sin pruebas de pertenecer a una banda del crimen organizado, así, sin más.
Lo mismo sucedió con el caso Mataviejitas, el entorno mediático se llenó de opiniones, aseveraciones y conjeturas que, de manera estricta, deben permanecer entre quienes llevan la investigación. A partir de esto, las autoridades eligen ir tras las pistas, a veces contra el reloj que marcan los medios, y encontrar una solución rápida, espectacular, potente, que mantenga a la gente en vilo, que los haga ver la capacidad del Estado ante las adversidades que surjan. De este modo, la maquinaria que fabrica mentiras continúa, no importa llegar a la verdad, castigar a los responsables, sino dar la idea de que todo está bien, de que nada pasa.
Con el paso del tiempo, como se observa en el documental, los chivos expiatorios, los primeros imputados sin pruebas, las víctimas del sistema que buscaba solucionar el embrollo ante la luz pública, permanecen como imputados y después, cuando se retiran los reflectores, quedan en el olvido, entre los pasillos de los juzgados, en los archiveros de las fiscalías, tras las rejas, sin sentencia, sin voz, y los que debieron ser juzgados, siguen su vida como si nada, en la impunidad. Prueba de ello es mostrar tiempo después a la gente impune, como Guillermo Zayas, quien también salió bien librado del caso News Divine.
Estas y otras conclusiones interesantes pueden surgir a partir del visionado de este documental. La Dama del Silencio: El caso Mataviejitas puede verse en Netflix.