PERLA YANET ROSALES MEDINA
La danza es una actividad creativa que envuelve imágenes emocionales provocadas por el movimiento del cuerpo humano. Esta descripción de la danza está lejos de categorizarse como un asunto científico, ya que toda ciencia o campo de investigación se basa en argumentos lógicos y un bagaje matemático amplio, careciendo de una perspectiva emocional.
Sin embargo, a pesar de lo que se pueda pensar coloquialmente sobre los lugares donde el arte o las ciencias juegan un papel, existe un punto de cruce entre estas dos disciplinas. De hecho, a través de la danza se pueden explicar algunos principios de la física clásica, lo cual resulta enriquecedor para personas de los dos ámbitos. Para los físicos, equivale a encontrar un sistema visual para entender conceptos como fuerza, energía, momento, velocidad y aceleración; para los bailarines, sería equivalente a tener más herramientas a la hora de ejecutar sus movimientos.
El reto de analizar los movimientos de un bailarín desde la física radica en no perder de vista la experiencia del artista durante una coreografía, improvisación o demostración, manteniendo su experiencia sensorial como una parte fundamental. La mecánica clásica (campo de estudio de la física clásica) ofrece una descripción del movimiento de los objetos cuya velocidad es pequeña en comparación con velocidades cercanas a la de la luz, estas descripciones son posibles gracias a las leyes de Newton.
Las leyes de Newton forman la base del análisis de cualquier objeto en movimiento, incluyendo el cuerpo humano. La diferencia entre analizar el movimiento de un objeto inanimado y uno animado como el de una bailarina, reside en que la bailarina controla su interacción con el mundo exterior; su mente determina cuándo activar los músculos para seguir en movimiento o para detenerse, cosa que no ocurre con objetos dispuestos de manera adversa a movimientos o fluctuaciones.
Las fuerzas a las que está sometido el cuerpo de un bailarín cuando realiza un solo movimiento son, básicamente, la fuerza de gravedad y la fuerza de fricción. En este sentido, la gravedad actúa tirando hacia el suelo el cuerpo del bailarín, influyendo en la altura de sus saltos, mientras que la fuerza de fricción frena su movimiento al realizar giros. Por esta razón, los salones de baile y los zapatos utilizados por los bailarines están hechos de materiales con menor fricción.
Cuando el bailarín realiza su ejecución en pareja o en grupo, sus movimientos no sólo están constreñidos por la gravedad y la fricción, sino también por la interacción con otros bailarines. Esto añade dificultad y un toque de espontaneidad para la audiencia, ya que el bailarín experimenta fuerzas que están fuera de su control.
Las diferentes expresiones artísticas dentro de la danza, aunque son muy distintas, utilizan elementos dancísticos similares como los giros, los saltos, las posturas; además, tienen exigencias corporales dependiendo de la técnica, que más allá de un prejuicio están vinculadas con las limitaciones sobre el movimiento, por ejemplo a la hora de ejecutar un salto, la masa del bailarín es importante ya que de ello depende la altura alcanzada y el tiempo de vuelo.
Al igual que ocurre en los saltos, los giros están determinados por magnitudes físicas como el momento angular que describe la rotación del bailarín; el momento angular depende de la distribución de la masa del bailarín y de la velocidad a la que está rotando.
La posición de los brazos va a influir en el momento de inercia, el momento de inercia es una medida de la distribución de la masa del bailarín respecto al eje de rotación. Cuando los brazos están extendidos el momento de inercia aumenta, ya que la masa distribuida está más lejana al eje de giro y disminuye cuando los brazos están pegados al cuerpo.
Los giros están regidos por la conservación del momento angular (en ausencia de fuerzas externas el momento angular se conserva) que nos dice que para una distribución de masa mayor, la velocidad será menor, y viceversa. Por ejemplo, si un bailarín está girando con los brazos abiertos la velocidad va a disminuir, pero si gira con brazos cerrados, por conservación de momento angular la velocidad aumentará.
Es natural que la contemplación artística carezca de un análisis mecánico estricto, a fin de cuentas culturalmente una persona busca en un escenario sus propias demandas que la mayor parte del tiempo son estéticas. Así como en la danza, la física juega un rol trascendente en todos los escenarios deportivos. Podríamos profundizar en describir cada uno de los movimientos; sin embargo, sería una labor muy especializada y detallada, que va más allá del interés. La danza y la física llevan entre sí un baile invisible, tan sutil e imperceptible que la conciencia de las leyes de la naturaleza al observar una coreografía bien ejecutada pasa a un plano que sólo aquellos con una visión lógica y de análisis técnico pueden percibir.
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