Por Sara Andrade
Es imposible que las discusiones del ágora internacional no lleguen a las discusiones del pequeño ágora zacatecano, que la mayoría de las veces está vacío o que solamente se llena cuando somos un montón y podemos gritar entre todos sin que nadie tome protagonismo.
Lo de ahora es que los padres de familia, informados por los videos gorgónicos de Facebook, han decidido recrear una quema de libros simbólica y oponerse a que sus hijos lean los nuevos libros de texto de la SEP. En redes sociales he visto el altercado por encimita. Los espantados gritan que si somos socialistas, que si somos pervertidos, que si no pensamos en las infancias, por el amor a la Virgen de Guadalupe. Del otro lado, llegan los graciosos que, en un péndulo preciso de opinión, consideran que todo es muy ridículo y hacen memes con ositos de peluche vestidos de bolcheviques, blandiendo el martillo y la hoz.
Mi máxima para lidiar con estas controversias es la siguiente: En caso de duda, hazle caso a los shitposters. Los fascistas no tienen sentido del humor.
Lo que quiero destacar de toda esta locura es que siempre me sorprende la facilidad con la que todo el discurso occidental, por muy específico y tonto y definitivamente algo que no nos infiere como zacatecanos, acaba siendo discutido entre nosotros con la pasión de los pensadores canónicos. En los perfiles de Facebook encontramos a los Rousseau de los plantones de los mineros, a los Voltaire contra la Arquidiócesis de Zacatecas, a los Diderot con sus conocimientos enciclopédicos de memes de Wendy Guevara, todos discutiendo sobre si es bueno traer a Peso Pluma a la Fenaza o sobre los bailes de Bulgaria en Festival del Folclor están tan chidos o no.
No nos damos cuenta que nuestras discusiones no son más que el eco de las discusiones en Estados Unidos, en Sudáfrica o en Japón. En todos los países se están discutiendo sobre si las personas trans merecen derechos, como si fuera un tema a discutir, o sobre si la música pop en las listas de éxitos nos están encaminando hacia la perdición moral. Un fantasma recorre el Planeta Tierra… el algoritmo de la viralización. Parece que desde nuestra caverna platónica, lo único que queremos es replicar la novedad de los gobernantes súper estrella con cuentas de TikTok y la del radicalismo de pensamiento que plagan el mundo. Es una especie de FOMO cultural, que nos orilla a actuar como británicos defendiendo el Brexit, a pesar de que en Zacatecas lo más parecido que nos sucedió fue el beso de Santa Ana.
Aquí es donde entra mi otra máxima: Cuando en medio del griterío del ágora, actúa como el loquito del centro y finge demencia cínica. Así que cuando me pregunten qué opino de los libros de texto, o de cualquier otro tópico candente, les voy a decir lo siguiente, en mi papel de la Diógenes de la Marianita: “Estoy buscando tus opiniones personales, pero no puedo distinguirlas de las de Chumel Torres”.