Por Ana Guadalupe Rodríguez Mancha
Los hombres creen que la epilepsia es divina simplemente
porque no la entienden. Pero si llaman divino a todo lo que
no entienden, entonces no habrá fin para las cosas divinas
Hipócrates
La epilepsia era considerada en la antigüedad como un castigo de los dioses, una connotación demoniaca y mágica, una forma de comunicación entre ellos y el hombre, se decía, que la enfermedad entraba por la vista, debilitaba el corazón y se curaba con la trepanación que liberaba a los demonios causantes de los ataques epilépticos. Sin embargo, fue hasta la época de Hipócrates, que se estableció el cerebro como el origen del padecimiento. Observó detenidamente los cerebros de cabras, que morían después de un ataque epiléptico, concluyendo que el origen de dicho estado era consecuencia de que el órgano del pensamiento se inundaba de flema maloliente como la que desencadena una infección, entendiendo que estaba frente a una enfermedad como cualquiera.
Actualmente, se sabe que es una afectación cerebral crónica, que provoca crisis epilépticas recurrentes, debido a descargas excesivas de impulsos nerviosos por las neuronas cerebrales, aproximadamente 50 millones de personas en el mundo la padecen y alrededor de una de cada 10 personas experimentan una crisis epiléptica a lo largo de su vida. Las causas más comunes son el componente genético, ataque cerebro vascular y antecedentes de traumatismo o infecciones cerebrales en la infancia.
Hoy compartimos los primeros auxilios que debe recibir una persona en crisis epiléptica. Lo primero que debes hacer es identificar algunos signos y síntomas que te orienten a confirmar la crisis, como la pérdida de la consciencia, episodios de ausencia, confusión temporal, rigidez de músculos, movimientos espasmódicos incontrolables de piernas y brazos, cambios en la visión (ojos blancos) e incontinencia urinaria o fecal. Al corroborar que se trata de una crisis epiléptica y valorar un lugar seguro, se debe mantener la calma y solicitar apoyo al 911, después acueste a la persona en el suelo de forma lateral, con la cabeza girada, asegúrese que esté respirando adecuadamente, afloje ropa que impida la entrada de aire, quite anteojos si es el caso, coloque algo blando bajo la cabeza, despeje el área y retiré objetos que puedan lastimar, permanezca con la persona hasta que despierte y tome el tiempo de duración de la crisis. Se debe evitar introducir objetos en la boca o sujetar a la persona, no intente dar Reanimación Cardiopulmonar (RCP), no ofrezca agua ni alimentos hasta que se encuentre totalmente alerta el paciente y al arribo de paramédicos o personal especializado narrar de forma clara la duración de la crisis, cantidad y los signos y síntomas presenciados.
La calidad de vida de las personas y familias que viven con esta enfermedad se ve afectada al asociarse con el miedo, la incomprensión, discriminación y el estigma social, todo esto provocado por el desconocimiento de la enfermedad. Juntos podemos hacer prevención y proximidad social, mediante la educación y apoyo hacia la comunidad, no se necesita ser experto en materia de salud para apoyar en escenarios palpables. Dejemos a un lado la abulia que nos rodea para dar paso al renacer empático de la sociedad.