
JORGE L. CASTAÑEDA
La transformación educativa propuesta por la Nueva Escuela Mexicana (NEM) no puede comprenderse sin una revisión profunda del papel de la evaluación en los procesos de enseñanza y aprendizaje. En este contexto, la evaluación formativa emerge como una pieza clave para concretar los principios pedagógicos de inclusión, equidad, justicia social y formación integral que plantea este modelo. A diferencia de la evaluación tradicional, centrada en la medición de resultados, (en algunos de los casos en la cantidad de las producciones del estudiantado) la evaluación formativa coloca al estudiante en el centro del proceso educativo, priorizando el acompañamiento, la retroalimentación constante y la mejora continua.
Una de las principales características de la evaluación formativa en la NEM es la retroalimentación constante. Esta se convierte en un proceso continuo de comunicación entre docentes y estudiantes, donde los errores no se sancionan ni se ocultan, sino que se resignifican como oportunidades para aprender. En lugar de esperar hasta el final del ciclo para conocer el resultado de su desempeño, el estudiante debe recibir información oportuna sobre su progreso o en su caso rezago, lo que le permite reflexionar sobre sus prácticas, corregir el rumbo y fortalecer sus aprendizajes. Este enfoque no solo favorece una mayor comprensión de los temas, sino que también promueve el desarrollo de habilidades metacognitivas, como la autorregulación, la autoevaluación y la toma de decisiones informadas.
Otra característica esencial es la adaptabilidad y personalización del proceso evaluativo. La NEM reconoce que cada estudiante es único, con ritmos, estilos y contextos de aprendizaje diversos. Por ello, la evaluación formativa se convierte en una herramienta flexible que permite al docente ajustar sus estrategias pedagógicas en función de las necesidades individuales de cada alumno. Esta capacidad de adaptación no solo mejora el rendimiento académico, sino que también fomenta la inclusión y la equidad, principios fundamentales de la NEM. Evaluar desde esta perspectiva implica abandonar el paradigma uniforme que impone una sola medida para todos y avanzar hacia una evaluación justa, que considere los distintos puntos de partida y trayectorias de aprendizaje.
Asimismo, la evaluación formativa se distingue por impulsar el trayecto formativo del estudiante. A diferencia de los enfoques tradicionales, que muchas veces reducen la evaluación a una calificación numérica que certifica el final de un proceso, la evaluación formativa se integra de manera activa al proceso mismo de enseñanza y aprendizaje. No se trata de un acto terminal, sino de una práctica constante que alimenta el crecimiento del estudiante y guía al docente en la toma de decisiones pedagógicas. En este sentido, la evaluación no es un fin en sí misma, sino un medio para enriquecer el trayecto educativo, fomentar el pensamiento crítico y fortalecer las competencias necesarias para la vida.
Desde una perspectiva crítica, es importante señalar que implementar una evaluación formativa auténtica en las aulas implica también un cambio profundo en la cultura escolar. Requiere que los docentes asuman un rol más reflexivo, observador y comprometido con el acompañamiento pedagógico. También demanda tiempo, formación y condiciones adecuadas para realizar observaciones sistemáticas, generar instrumentos pertinentes y ofrecer retroalimentación efectiva. Sin embargo, a pesar de los desafíos, apostar por una evaluación formativa es avizorar una educación más humana, inclusiva y transformadora.
En conclusión, la evaluación formativa en la Nueva Escuela Mexicana representa una oportunidad para repensar la forma en que entendemos el aprendizaje. Al enfocarse en la retroalimentación, la adaptabilidad y el acompañamiento constante, esta forma de evaluación permite a los estudiantes construir su conocimiento de manera significativa y con autonomía. Más allá de ser una herramienta técnica, la evaluación formativa es, en esencia, una práctica ética y pedagógica que reconoce la dignidad de cada estudiante y su derecho a aprender en condiciones de equidad y justicia. ¡Hasta la próxima!