
ENRIQUE GARRIDO
La escasez es una condición que no sólo afecta a nivel de las necesidades básicas, sino que también busca golpear a nivel emocional, incluso en el plano de la dignidad: ¿Vales por lo que tienes?, frente a su contraparte la abundancia, valorada en nuestro sistema como sinónimo de superioridad, obviamente material, pero ¿intelectual? ¿Creativa?
Me refiero a abundancia en un plano genérico, pues puede ser de capital, viajes, lecturas, cursos, diplomados, doctorados, etcétera. La cuestión no es la cantidad de conocimiento que puedas memorizar, o de “experiencias” (las cuales muchas veces están pensadas por alguien más) acumuladas, o de cosas que puedas comprar, sino la manera en la que se interpretan, en la capacidad de lectura que tenga, de resolver con lo disponible. Existen personas con doctorados que se inmovilizan frente a la adversidad, empresarios que creen en el libre mercado o adinerados que pagan grandes sumas por retiros con gurús que los conectan con ellos mismos, en cambio, grandes genios de la cultura como Herman Melville, Poe, Van Gogh o Tesla vivieron con lo mínimo y dejaron un gran rastro en distintas artes.
Gracias a Juan Villoro, en su libro Yo no soy un robot¸ me enteré de la siguiente anécdota. Resulta que el famoso fotógrafo mexicano Rodrigo Anaya hizo un viaje a la Habana poco después de la revolución. ¿Su intención? Fotografiar al mítico Che Guevara, que por ese entonces era ministro. Aunque lucía imposible, pidió la cita. Mientras esperaba respuesta, paseó por la isla capturando el paisaje de aroma a tabaco y ron, a libertad y esperanza. Contra todo pronóstico, sucedió lo imposible: la reunión era un hecho. Al llegar hubo un problema, resulta que sólo le quedaban 14 fotos y en Cuba, desde ese entonces, era imposible encontrar un rollo. De este modo, como diría Villoro, “la escasez del Material definió una de las mejores sesiones en la historia de la fotografía. Moya se vio obligado a elegir con mirada de lince los momentos en que debía disparar”. En contraste con el momento actual, donde cualquiera puede tomar y manipular cientos de miles de fotografías con su teléfono, ¿la fotografía puede perder su capacidad de condensar momentos históricos, su sentido de testimonio por la sobre abundancia de recursos?, ¿todavía se puede innovar en el escenario de los “retoques” y la edición automatizada?
En la sociedad actual es habitual considerar que la creatividad y la innovación surgen cuando se tienen recursos materiales o académicos, dejando de lado a las personas de contextos más desafortunados. Fue en 2017 cuando el catedrático de la Universidad de Notre Dame, Dean Shepherd, propuso otra perspectiva. La expresión Jugaad, del hindi, alude al desafío asertivo para emprender el aprendizaje experimental de ensayo y error con el fin de utilizar los recursos disponibles; es decir, explotar la creatividad en los momentos más importantes. Así, su investigación The Surprising Duality of Jugaad: Low Firm Growth and High Inclusive Growth sostiene que las personas que viven y padecen contextos con escasez extrema de recursos son capaces de innovar, además de aportar beneficios a toda una comunidad, mediante la resolución creativa de problemas. A través de un estudio de caso de 12 personas resolutivas en el entorno de la India rural, un país muy pobre en recursos, los investigadores examinaron el impacto de Jugaad, el cual fue sumamente positivo, incluso pensando que puede aplicarse en diversas situaciones a nivel mundial, incluidas áreas afectadas por desastres.
Al final, lo importante es saber valorar el conocimiento de donde provenga, más allá de centralizarlo en academias o en empresarios como Musk, quienes han demostrado que la especulación y relaciones familiares y/o políticas son el camino al éxito monetario. No se trata de romantizar una condición precaria, sino de darle el justo valor, de saber que nadie está por encima de nadie, y dejar de pensar que nosotros valemos menos por provenir de entornos rurales, semirurales o de pobreza, pues, no olvidemos que, las revoluciones, el arte y la cultura pueden caber en unos bolsillos vacíos, o en la última fotografía del rollo de una vieja cámara.
© Revista Proceso (14 de octubre de 2017). “Cuba 1964: Fotos inéditas de Rodrigo Moya” en https://www.proceso.com.mx/reportajes/2017/10/14/cuba-1964-fotos-ineditas-de-rodrigo-moya-193256.html