SARA ANDRADE
En cualquier red social donde uno pueda exponerse a sí mismo se puede encontrar alguna comunidad relacionada con la lectura de libros. Su nombre cambia dependiendo de la plataforma: en TikTok se llama “booktok”, en Instragram se llama “bookstagram”. Los chicos que reseñan libros en YouTube se hacen llamar “booktubers”. El oficio de estas personas es sencillo y loable: sentarse todos a leer y a compartir sus opiniones.
Es lo que hacemos como personas, quiero decir. Si hay algo que nos gusta tanto como para dedicar buena parte de nuestro tiempo a ello, lo primero que hacemos es buscar a personas que hagan lo mismo. Cualquier pasatiempo, por muy particular que sea, se hace mejor en compañía. Desde los inicios humildes del Internet han existido estos espacios, que al principio existían para replicar la experiencia de un club. Se abrieron foros de discusión, blogs, chats, todos dedicados a hablar sobre libros.
Mi primer acercamiento a una comunidad de este tipo fue todo el conglomerado de páginas hispanas alrededor de Harry Potter. Desde HarryLatino hasta las muchas y pequeñas páginas en Geocities, en las que podías encontrar discusiones sinceras sobre el futuro de la saga. Esto era una verdad para todo tipo de publicación literaria: para Juego de Tronos, para los fans de Nicholas Sparks, para el Diario de Greg. Las reuniones se generaban por la pasión. No se ganaba dinero por leer o por escribir sobre la lectura.
Ahora, con la posibilidad de la monetización a través de anuncios de Google, estos espacios se han vuelta una carrera por el oro escondido detrás de la creación de contenido. No solo te puedes hacer famoso por leer y compartir tus reseñas, sino que ahora te puedes hacer rico, por lo que la honestidad de este hobby se convierte en un campo de batalla. Ser suave y sincero significa perder. ¡Y ni siquiera sabías que estabas jugando!
Cuando entro a TikTok el primer video que veo es de una chica diciendo: La gente me ve leyendo libros de 600 páginas y creen que soy una intelectual, pero no saben que todo es porno. Abro Pinterest y me aparece la foto de un libro preciosamente anotado. Un comentario en la foto dice: ¿Por qué subrayaste toda la página? ¿No anula eso el objetivo de subrayar? Alguien le contesta: Bueno sí, pero se ve más bonito así. Leo un tuit que dice: No he leído estos libros porque su temática me perturba, pero los compré porque se ven lindos en mi librero.
Pienso que debe existir un término medio, una aproximación sensible: que todas tengamos acceso a la lectura, que no se vuelva una tarea de intelectuales refunfuñantes, pero que se vuelva un ejercicio franco, no motivado por ser viral, por ser la más cool, para que alguien te vea y piense: Wow, esa chica es una lectora de verdad, no como los sucios vulgares que leen en secreto, deleitándose solo para ellos mismos.