PERLA YANET ROSALES MEDINA
De manera lamentable, la ignorancia ha ocasionado discriminación, crímenes de odio y ha perpetuado guerras; sigue siendo un elemento para la intolerancia. En lo que se refiere a la psique, ha deshumanizado durante siglos a quienes están fuera de lo que hoy es considerado “espectro neurotípico”. No son pocas las historias sobre quienes fueron lacerados por vivir con alguna condición psicológica.
Recientemente, la Dra. Temple Grandin dio una entrevista en la plataforma Big Think +, publicitada como “Einstein estaría actualmente en un programa para personas con autismo”. Durante esta entrevista, la Dra. hace alusión a lo enriquecedor que es para una empresa (o cualquier sector que requiera un esfuerzo colaborativo) contar con diferentes formas de pensamiento, refiriéndose a generar oportunidades laborales para personas neurodivergentes. Una de sus propuestas es iniciar desde las entrevistas de trabajo, ya que sólo prueban las habilidades comunicativas y no las destrezas específicas del trabajo a realizar. En su entrevista, el mayor énfasis es la necesidad de abrir oportunidades laborales, pero, para lograr una mayor empatía del público, habla del posible autismo de uno de los mayores científicos de la historia, Albert Einstein. Así como uno de los grandes genios posiblemente estaba dentro del espectro autista, existen muchas personas con cierto cuadro de autismo que se hacen excelentes especialistas y llevan a cabo trabajos extraordinarios. Grandin es una mujer autista y para ella, que se dedicó a la industria ganadera, ser mujer fue una barrera más grande que ser autista.
Gracias a esta entrevista, me di cuenta de la poca información que tengo sobre el autismo. Leer un poco respecto a la historia del autismo me llevó a un estado de inconformidad hacia la ignorancia y cómo esta toma víctimas donde hay inocencia. Como esfuerzo para hacer justicia desde la palabra, quiero dar a conocer algunos casos de autismo que tenemos registro, y como justicia para quienes no están en la historia, les invito a ser más conscientes y menos prejuiciosos sobre la relación de las otredades con el mundo, la vida y la sociedad.
Existen varios casos registrados sobre el autismo. El primer posible caso de autismo, según un artículo publicado por F. Chara titulado Una breve historia sobre el autismo, data de 1500. Se trata de un niño de 12 años al que Martin Lutero describe como poseído por el demonio; este joven es condenado a morir asfixiado. Otro caso conocido es el del llamado “niño salvaje”, encontrado en los bosques de Aveyron, al cual llamaron Víctor. Su caso fue estudiado por el Dr. Jean Marc Gaspard Itard (1774-1838), quien en su época lo catalogó como alguien con deficiencias desde el nacimiento, motivo por el cual sus padres lo abandonaron. Más tarde, la psicóloga inglesa Uta Frith (1989) estudió agudamente su caso y fue expuesto al mundo de manera más clara por la escritora Harlan Lane (1976), quien por primera vez planteó la posibilidad de que Víctor fuera autista. El término “autismo” fue creado por Eugen Bleuler (1857-1939) y causó muchas confusiones, ya que inicialmente designaba con este nombre a pacientes con esquizofrenia. Años más tarde, Leo Kanner (1894-1981) publicó un artículo titulado Autistic Disturbances of Affective Contact (Kanner, 1943), donde ofreció al mundo la visión actual del autismo. Según Kanner, el autismo está relacionado con la incapacidad de establecer vínculos sociales.
A pesar de contar actualmente con más información sobre el autismo, aún persiste una falta de conciencia social generalizada al respecto. Incluso en el ámbito del diagnóstico, tanto los expertos como las personas que podrían estar dentro del espectro enfrentan grandes dificultades. Para los primeros, el desafío radica en la existencia de otras condiciones similares que pueden generar confusión. En cuanto a las personas que padecen autismo, la ignorancia constituye un obstáculo significativo, dado que la información sobre el trastorno no está tan difundida y el acceso a sistemas de salud adecuados, así como los prejuicios sociales, actúan como barreras para obtener un diagnóstico preciso.
Si este proceso ya es complejo para los hombres, en quienes históricamente se ha centrado la atención médica, el diagnóstico de autismo en mujeres se vuelve aún más difícil. Incluso al revisar los antecedentes históricos, es notable la ausencia de casos de autismo en mujeres, lo cual subraya la necesidad de reconocer y visibilizar su experiencia en este contexto.