PERLA YANET ROSALES MEDINA
Pasamos un 36% de nuestra vida dormidos; es decir, que si tenemos una vida de 90 años, 32 de ellos los pasaríamos en el mundo onírico. Dormir es un proceso vital de gran trascendencia, que no sólo tiene repercusiones en nuestra salud física, sino también en la salud mental. Enfermedades como la obesidad, la diabetes, problemas en el corazón y en la sangre (enfermedades cardiovasculares) están relacionadas con malos hábitos de sueño. Esto se debe a que no dormir bien provoca un debilitamiento del sistema inmune, durante el sueño el sistema inmunitario libera proteínas llamadas citocinas. Las citocinas realizan una especie de análisis de lo que está ocurriendo en el cuerpo y, en caso de ser necesaria una acción, envían señales al sistema inmune para que se active. De hecho, en pacientes sanos un tipo de citocina llamada quimiocina detecta anomalías en células que pueden desencadenar en cáncer, previniendo así de esta enfermedad de manera ordinaria; en el caso de personas que padecen cáncer, las quimiocinas son de gran ayuda haciendo que células sanas vivan más y que aquellas con alguna anomalía mueran más rápido, es por ello que son utilizadas en tratamientos contra el cáncer o de prevención y recuperación de efectos secundarios ocasionados por las quimioterapias.
En términos de salud mental, mientras dormimos, en el cerebro ocurre una especie de limpieza de los productos metabólicos tóxicos, estos desechos están asociados con algunas demencias. En el cerebro existe algo llamado líquido cefalorraquídeo (LCR), el cual reviste los ventrículos (espacios huecos en el cerebro), su función diurna es protegerlo de lesiones ocasionadas por algún golpe, en la etapa del sueño, el líquido LCR ayuda a eliminar los productos desecho del cerebro y evita que algunas células cerebrales se dañen. Este proceso desempeña un papel clave en la prevención de enfermedades neurodegenerativas. La acumulación en el cerebro de grupos de proteínas, como la beta-amiloide y tau, está directamente relacionada con el desarrollo del Alzheimer, hoy en día no existen tratamientos para esta enfermedad, pero los esfuerzos para tratar de comprender los procesos cerebrales que llevan a esta condición podrían ser clave para en un futuro tener un tratamiento para esta terrible enfermedad.
Los recuerdos a largo plazo también están relacionados con la calidad del sueño, ya que la consolidación de los recuerdos ocurre cuando hay una gran actividad eléctrica por parte de las ondas cerebrales, en específico de las ondas delta. Las ondas delta son ondas de baja frecuencia y se encargan de la fijación de los recuerdos y de regular la respiración en el cuerpo.
Adicionalmente, el sueño y la depresión están fuertemente ligados. La depresión, en el 70% de los casos, genera problemas de sueño y la falta de sueño puede conducir a la depresión. La depresión puede provocar insomnio o hipersomnia, y a su vez, el insomnio aumenta 10 veces la probabilidad de padecer depresión.
Es esencial crear una rutina de sueño favorable no sólo en la prevención de enfermedades físicas y mentales, sino también para tener una vida plena y equilibrada, evitar estimulantes como el alcohol, la cafeína y otras sustancias que alteran los hábitos del sueño permiten obtener hábitos de sueño favorables. Mantener una rutina de sueño regular, dormir en un ambiente propicio para el descanso (oscuro y silencioso) y limitar el uso de dispositivos electrónicos en el sitio de descanso son algunas recomendaciones prácticas.
Dormir bien puede hacer la diferencia en el rendimiento físico y cognitivo del día a día, además de influir en nuestro estado anímico ayudándonos a tomar mejores decisiones y llevando una vida equilibrada.
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