ENRIQUE GARRIDO
Aquí la vida cada vez se pone más cara. Un trabajo es insuficiente, por lo que debemos diversificar nuestras opciones, y un segundo ingreso es fundamental para mantener la lujosa e innecesaria costumbre de comer tres veces al día. Lamentablemente, mi estilo de vida de intelectual ha impedido que tenga un cuerpo para Only fans; gracias a la constante tensión aumenta mi ansiedad e insomnio, por ello unas bonitas ojeras le dan a mi rostro un toque “Tim Burtezco”. Parece que es un destino manifiesto, pero, en realidad, no es para todos…
El único lugar donde se aprecian las habilidades persuasivas de un escritor es en el infierno, o al menos allá nos mandan muchos lectores y editores, en el departamento de “compra de almas y castigos irónicos”. Así, para evitar la venta de mis órganos, y garantizar su felicidad permanente, vengo a ofrecerles una vida llena de placer. ¿La quieren? Sin trampas, simplemente vivir experiencias placenteras, nada de dolor, nada de malos recuerdos, sólo placer.
No nos hagamos, el placer en todas sus variantes es nuestro mayor deseo. Una vida llena de alegría, dicha y sin broncas es un sueño, Al menos es lo que muchos couches o gurús de vida les andan vendiendo ¿no? “Hakuna matata, una forma de ser”. A esta forma de ver el mundo se le llama “hedonismo” y tiene sus raíces en la antigua Grecia, alrededor del siglo IV a. C., con gente como Aristipo de Cirene y Epicuro de Samos, y se centra en el placer como bien supremo.
Hoy en día, si padecemos el peso de la existencia, o sufrimos es porque así lo queremos. Tenemos un completo control de nuestras emociones y si algo nos afecta, pues se debe a que “no vibramos alto”. Así que toma las riendas de tu destino y elige ser feliz permanentemente…
Por allá de 1974, el filósofo Robert Nozick planteó en su libro Anarquía, Estado y Utopía un experimento mental que buscaba refutar al hedonismo como forma de vida. Bajo el apelativo de la “máquina de las experiencias”, propuso el dilema de si existiera un dispositivo que replicara las experiencias reales, algo así como la realidad virtual (la describía como “una cámara de cavitación donde reposa un sujeto aislado, flotando, y conectado a unos electrodos que le proporcionan las experiencias que desee tener, a demanda”), pero que desacertara aquellas que nos producen dolor o tristeza; es decir, sólo experiencias placenteras, ¿se conectarían?
Una vida llena de felicidad garantizada y constante es la meta de todos y todas; no obstante, tiene un costo, y no necesariamente económico. ¿Cuánto cuesta la felicidad ilimitada? ¿Qué podría disuadirnos de conectarnos a un futuro lleno de experiencias placenteras, las cuales se repetirían una y otra vez, o incluso programarse de una biblioteca?
Imaginemos el siguiente escenario: viven la relación más hermosa y amorosa que hayan pensado, su pareja es perfecta, cumple sus expectativas, sabe qué y cuándo lo quieren, vamos, no es como los demás. Están completamente enamorados y felices. Sin embargo, un siniestro espectro ronda su relación, un fantasma vuela entorno de su felicidad, es un tercero en discordia, un amante a cuyos cortejos su pareja cede. ¿Le gustaría saber la verdad o vivir en el engaño? Si su respuesta es NO, felicidades, ustedes son candidatos perfectos para la “máquina de las experiencias”, vivirán de forma plena y sin preocupaciones, ni dolor o tristeza; en cambio, si es SÍ, entonces para ustedes existen cosas más importantes que la felicidad permanente, valoran las experiencias reales, las verdaderas, aunque duelan, sangren y nos dejen cicatrices, y el placer no es su única meta en la vida.
Ahora bien, considerando lo anterior, les pregunto: ¿quieren cerrar el trato? No lo piensen mucho, porque hay muchos que tomarán su lugar en la lista de espera para “vivir” en la “máquina de las experiencias”; no obstante, si quieren una vida con relaciones reales con otros seres humanos, con decepciones, abandonos, soledad y ansiedad, acérquese a la serpiente de ese árbol y tome la manzana que les ofrece.