Por Perla Yanet Rosales Medina
Aparentemente, la inteligencia artificial (IA) puede parecer algo completamente novedoso, especialmente desde que ChatGPT se ha convertido en parte de nuestras vidas. No obstante, la idea de que una máquina “podría actuar sobre otras cosas además de los números… el motor (la máquina) podría componer piezas musicales elaboradas y científicas de cualquier grado de complejidad o extensión”1 se le debe a Ada Lovelace, matemática y pionera en informática. Su principal reconocimiento se debe a que en 1843 escribió el primer algoritmo de programación. La visión de Ada sólo fue comprobada décadas más tarde.
Las computadoras y la inteligencia artificial emergieron casi simultáneamente. Con la llegada de las computadoras surgieron preguntas como: ¿cómo una máquina puede poseer capacidades intelectuales equivalentes o incluso superiores a las de una persona?
No fue hasta 1956, en una conferencia en Darmouth, organizada por John McCarthy, Marvin Minsky, Claude Shannon y Nathaniel Rochester, cuando se introdujo el concepto de inteligencia artificial y se formalizó como un nuevo campo de investigación científica, una idea común entre los asistentes, y que sigue arraigada hasta la fecha, es que el pensamiento puede ser visto como una forma de computación no exclusiva de seres humanos o seres biológicos. Aunque esta perspectiva simplifica en gran medida nuestra comprensión del pensamiento y de la mente, podría considerarse como una metáfora. Esto se debe a que el pensamiento humano sigue siendo más complejo que cualquier sistema de cómputo actual y abarca elementos emocionales, conexiones simbólicas y comprensión profunda que van más allá de la simple manipulación de información.
La inteligencia artificial puede dividirse en dos categorías principales: inteligencia artificial débil e inteligencia artificial fuerte; éstas se distinguen entre sí, mediante el tipo de tareas que son capaces de ejecutar, por un lado, la IA débil, está programada para realizar tareas específicas sin una comprensión general del mundo, ejemplo de ello son los asistentes virtuales como Siri o Alexa; mientras que la IA fuerte crea sistemas con la capacidad de entender, aprender y razonar de manera similar a los humanos; sin embargo, este tipo de IA sigue en desarrollo y no ha sido alcanzada plenamente.
La IA tiene aplicaciones en diversas áreas del desarrollo humano; sin embargo, uno de los campos más importantes donde se aplica la IA es en la medicina humana, cuya influencia fue predicha tan sólo tres años después de que se introdujera el concepto de IA, fueron Keeve Brodman y sus colegas quienes en 1959 aseguraron que un diagnóstico adecuado e identificación de los síntomas en un paciente puede ser un proceso completamente lógico y que puede ser llevado a cabo completamente por una máquina; además, once años más tarde B. Schwartz predijo que para el año 2000 las computadoras podrían actuar como una poderosa extensión del intelecto médico.
El papel de la IA en la medicina no pretende sustituir al médico, de hecho, el primer informe de la ONU, sobre la aplicación de la IA en la salud, establece como principio el preservar la autonomía del ser humano. Esto deja en claro que el médico es el responsable de sus decisiones. La IA puede aplicarse en diversas áreas de la medicina, como el análisis de imágenes médicas, el diagnóstico, el tratamiento, la genética, el embarazo y las prótesis inteligentes. Estas aplicaciones ayudan a los profesionales médicos a tomar mejores decisiones clínicas, a acelerar la investigación y el desarrollo de nuevos fármacos, a personalizar la atención al paciente y a reducir los costes y los errores humanos.
Aunque la IA ofrece grandes avances para la medicina moderna, los nuevos métodos no son una panacea, al ser un campo novedoso existen aún grupos reducidos de investigadores, editores y revisores quienes tienen el conocimiento adecuado; el dominio de la IA es estrecho, provocando sesgos y afectando a los grupos marginados.
Aún quedan muchos desafíos éticos, legales y sociales en torno al uso de la IA. Entre estos desafíos se encuentran la protección de datos personales tanto de médicos como de pacientes, el garantizar la seguridad de los usuarios de sistemas que están habilitados para IA, a preservar el rol médico-paciente y en la asequibilidad de los beneficios de esta tecnología.
1 Abeliuk, A. (2021, 3 agosto). “Historia y evolución de la inteligencia artificial”: https://revistasdex.uchile.
______________________________________________________
Bibliografía:
Abeliuk, A. (2021, 3 agosto). “Historia y evoluación de la inteligencia artificial”. https://revistasdex.uchile.
Haug, C., & Drazen, J. M. (2023). “Artificial Intelligence and Machine Learning in Clinical Medicine”, 2023. The New England Journal of Medicine, 388(13), pp. 1201-1208. https://doi.org/10.1056/nejmra2302038
King, M. R. (2022). “The future of AI in Medicine: A perspective from a chatbot”. Annals of Biomedical Engineering, 51(2), pp. 291-295. https://doi.org/10.1007/s10439-022-03121-w
Nabiyeva, F. S., Umarova, S. S., & Umirkulova, S. I. (2023). “Artificial intelligence in medicine”. Journal of new century innovations, 30(3), pp. 153-155.cl/index.php/bits/article/view/2767
Sadurní, J. M. (2020, 1 diciembre). “Ada Lovelace, la visionaria hija de Lord Byron”. historia.nationalgeographic.com.es. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/ada-lovelace-visionaria-hija-lord-byron_15864
World Health Organization: WHO. (2021, 28 junio). “La OMS publica el primer informe mundial sobre inteligencia artificial (IA) aplicada a la salud y seis principios rectores relativos a su concepción y utilización”. Organización Mundial de la Salud. https://www.who.int/es/news/item/28-06-2021-who-issues-first-global-report-on-ai-in-health-and-six-guiding-principles-for-its-design-and-use