Enrique Garrido
Por estos días se celebra día de muertos, tal vez la festividad más mexicana. Más allá de la idea de trascendencia post mortem, y la posibilidad de regresar a arreglar nuestros pendientes (el sueño de los oficinistas), es una oportunidad de poder celebrar la vida a partir de considerar la muerte. Martin Heidegger planteaba dos tipos de existencia: inauténtica y auténtica. La primera, y más común, es cuando negamos la idea de morirnos; es decir, pensamos que somos una especie de Mumm-Ra local y no nos va a llevar la huesuda, por eso nos limitamos en experiencias y placeres. La segunda va al contrario, tomar conciencia de la muerte inevitable y así disfrutar de todas las posibilidades y experiencias que nos ofrece el mundo. De manera que, esta temporada nos ayude a recordar a los que ya se pusieron la pijama de madera, y, antes de echarnos un cruzado con san Pedro, agradecer una leve brisa en nuestros rostros.
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Vago a través de una ciudad iluminada por velas que lloran lágrimas de cera. Mis pies no tocan el suelo. Obsesionado con una pequeña flamita me siento muy feliz, no sé por qué. Esqueletos danzantes escoltan mi camino. Regreso. Quizá me pienses como un fantasma, no obstante, soy memoria; me construyo de recuerdos, ecos de voces que ya no suenan, pero se oyen. Pese a superar el tiempo y el espacio, soy frágil como el hielo. Si me olvidan, desapareceré.
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Por allá de 1924, en la pequeña comunidad de Hannover, Alemania, el expolicía y carnicero local Fritz Haarmann, famoso por sus insuperables salchichas caseras, es encontrado culpable de asesinar a 24 personas y condenado a la guillotina, sentencia que se cumplió a las seis de la mañana del 15 de abril de 1925. Si bien era alguien con monstruosos defectos, tenía una virtud: sabía economizar en la carne.
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Dicen que las épocas y lugares tienen los demonios que se merecen. Así, en esta era tecnológica no podía tener a otro que a Slenderman (ser ficticio creado en 2009 en los foros de Something Awful, originalmente, para un concurso de imágenes paranormales con Photoshop). Personaje alto y delgado, sin cara y con traje negro (burócrata perfecto del inframundo). Según los creepypastas, puede causar amnesia, ataques de tos y comportamiento paranoico en los individuos, y le gusta vivir en los bosques; es decir, síntomas básicos de la existencia posmoderna.
Ahora bien, siguiendo la sabiduría popular donde los demonios no pueden atacar directamente, sino manipular el comportamiento, Slenderman se consagra como el empleado del mes. El 31 de mayo de 2014, en David’s Park, Wisconsin, dos niñas, Anissa Weier y Morgan Geyser, inmovilizaron a una tercera, Payton Leutner, y la apuñalaron 19 veces en brazos, las piernas y el torso. ¿La razón? Apaciguar a Slenderman, quien, probablemente, lo solicitó vía oficio.
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(No se puede olvidar que el día 27 de octubre se celebra a quienes les pagan por buscar errores. Se trata de una labor que, quien escribe, le debe mucho, por eso un pequeño homenaje)
Si de presencias fantasmales se trata, la del corrector de estilo es la obviedad. Dentro del texto hay lamentos, no del autor (quien se lleva la gloria), ni del lector (quien recibe el regalo) sino del corrector, al que se le olvidó quitar esa coma.
Por eso, durante la noche, en el cierre de edición, un corrector de estilo fue apuñalado y…Asta haorita nadie a notado su ausencia,
Breves postales que dan amplio tema para la imaginación, como semillas en campo fértil.