ENRIQUE GARRIDO
Sucedió en un campo. Dos hermanos se van adentrando en lo más recóndito de paisajes bucólicos. Estamos en los albores de una sociedad imperfecta. Tal vez por celos, envidia, o simple naturaleza humana, Caín llevó a su hermano Abel lejos de los ojos de Dios y lo atacó. No se sabe si fue con un instrumento de agricultura, la primera arma de la humanidad, o el simple odio, pues en el Génesis sólo se apunta: “Y aconteció que estando ellos en el campo, Caín se levantó contra su hermano Abel, y lo mató”. Después de darle a Caín una oportunidad de arrepentiste, la cual no aprovecha, Dios le dice: “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu hermano clama a mí desde la tierra. / Ahora, pues, maldito seas tú de la tierra, que abrió su boca para recibir de tu mano la sangre de tu hermano”. Y lo castigó quitándole su mejor habilidad y mandándolo al destierro: “Cuando labres la tierra, no te volverá a dar su fuerza; errante y vagabundo serás en la tierra”, al final lo marcó para que no lo mataran, pero también para tatuarle su crimen.
A través de un golpe filial inició una de las maldiciones más trascendentes en la humanidad. La marca de Caín es un concepto que se ha ido replicando a lo largo de la historia. Se trata de un relato fundacional que habla de los alcances de la violencia, y cómo, bajo las circunstancias debidas, los humanos podemos asesinarnos entre nosotros. Matar o morir, podemos estar en cualquier lado. El psicólogo Fredric Wertham, en su libro La Señal de Caín, señala que la violencia es evitable, pues venimos de una sociedad colaborativa desde la prehistoria, sin embargo, con un fuerte discurso bélico manifestado en la cultura popular, así como otros factores sociales, culturales, históricos y contextuales. Esta es la marca de Caín, la permanente amenaza de violencia en contra de los otros, ya sea por ideologías, nacionalismos, color de piel o religión, así funcionan las guerras: tu hermano de especie es tu peor enemigo porque no piensa como tú.
Los conflictos entre hermanos suelen ser los más perversos, y también los más comunes. Surgen por herencias, dinero, incluso amores furtivos; sin embargo, existen unos hermanos que con su ruptura se llevaron el espíritu de una generación…
En recientes fechas se anunció el regreso de Oasis a los escenarios. Finalmente, y después de 15 años, los hermanos Liam y Noel Gallagher se reconciliaron. Se trata de una esperanza para la humanidad, pues durante mucho tiempo la reunión era imposible. Pese a que la espada de Damocles de una nueva ruptura pende sobre esta gira para 2025, no puedo dejar de pensar cómo 15 años fue el tiempo que tomó arreglar sus diferencias. Los japones, particularmente los hablantes del dialecto de Okinawa, dicen Nankurunaisa cuando quieren transmitir calma. Dicha expresión puede traducirse como “tómatelo con calma”, “vive el momento” o “no te apresures”, entre otras maneras; sin embargo, hay una que más me gusta: “con el tiempo se arregla todo”.
Resulta inevitable no sentir que la civilización tiene esperanza con historias como éstas. Sin embargo, basta leer un par de noticias, ir a nuestro trabajo o lidiar con otros humanos para recordar los versos de un inmenso artista español. En la maravillosa canción Imán de mujer, Luis Eduardo Aute revela el pozo de los pensamientos reprimidos: “Que el mundo fue y será una porquería/ ya lo dijo Enrique Santos/y hoy tengo un día de esos en que sufro/toda esa poesía cruel, /aunque que temo que yo mismo soy quien/me produzco más espanto/al verme comprendiendo las razones de Caín… matando a Abel”.