SARA ANDRADE
De mis fenómenos favoritos en el Internet debe estar el de la observación lejana y jactanciosa de los grupos obsesionados con las teorías conspirativas. Ya he hablado un poco sobre eso (sobre como nuestra tendencia a dudarlo todo nos lleva, eventualmente, a creerlo todo) pero ahora quiero hablar específicamente sobre el fenómeno alrededor del atentado hacia Donald Trump, que le costó un terrible arañazo en la oreja derecha.
Lo que me llamaba la atención era cómo, inmediatamente, las voces más fuertes en Twitter y TikTok (efectivamente, mis medios de información favoritos; no puedes luchar contra el vox populi al instante) fueron las que comenzaron a denunciar este incidente como parte de una conspiración. Lo impresionante era que ni siquiera había consenso al respecto de quién se veía beneficiado con su intento de asesinato.
Muchos decían que esto era falso, planeado por el partido republicano para subir su popularidad como sucedió con Ronald Reagan; que la foto que apareció de Trump con la bandera americana al fondo, el rostro ensangrentado y el puño en alto era demasiada buena, que qué clase de tirador no puede matar a un hombre de pie, pero sí pudo matar a JFK en un auto en movimiento.
Los otros decían que era un intento de los demócratas al ver que su candidato, Joe Biden, tenía todas las de perder por su claro deterioro mental y malas políticas; que era una acto desesperado del partido azul luego de fallar estrepitosamente al haberlo declarado culpable de haber pagado dinero para silenciar a una estrella porno. Los demás conspiranoicos se iban por las ramas: que si los illuminati, los sospechosos usuales, que si el ejército de Israel, que si era una venganza de los talibanes, que si era una mujer trans palestina, que si era un viajero del tiempo, que si su oreja había hecho ella solita, de repente. No sería raro, dicen algunos. Trump es demasiado surrealista, su figura en el centro de la cultura política de Estados Unidos da el ancho para pensar en todas esas cosas y más.
Paso horas en Twitter, leyendo tuits de broma y tuits en serio. En TikTok la gente habla con una seriedad que me da risa: este momento pasará a la historia, todo está a punto de cambiar, hagan las maletas, que nuestra mejor opción es irnos de aquí. Los medios intentan ser objetivos, pero sus encabezados me hacen poner los ojos en blanco: LUEGO DE MAGNICIDIO FALLIDO, TRUMP SE MANTIENE FUERTE.
Me pregunto cómo es que pasamos de Jackie Kennedy recogiendo los pedazos de cerebro de su marido a la histeria masiva por una oreja mordida. Ni siquiera es el primero, Mohammed Ali le ganó al ex presidente. Me pregunto por qué no estamos hablando del hombre que sí perdió la vida en las gradas. Me pregunto si el beneficiado de todo este caos mediático es un hombre rico y anónimo, que está viendo los tuits como yo, riéndose del ridículo del 2024.