Por Rafael Aragón Dueñas
A lo largo de los años el concepto e imagen de La Muerte ha sido reinterpretada por muchas generaciones a través de incontables culturas mundiales. Citando a Francisco Moreno Fernández en su libro Tras Babel. De la manipulación del lenguaje, me recuerda lo siguiente: “La realidad se manifiesta en forma de entorno cultural. De este modo, pensamiento, lenguaje, realidad y cultura conforman una red de intrincados nudos que dan lugar a multitud de interpretaciones”. En efecto, La Muerte ha sido personificada de distinta manera en este mar de cultura, en el que los seres humanos son peces cazando identidades culturales.
La Parca, o sea, La Muerte, en su versión más conocida mundialmente, es totalmente aterradora: un esqueleto ambulante vestido con una túnica con capucha negra y en el que porta en sus huesudas manos una guadaña, o llamada en otras culturas como oz; dicha imagen es la versión europea anglosajona. Para los angloparlantes es muy espeluznante dicha personificación, donde además se le teme y no se le menciona nunca. En cambio, en México a La Muerte se le venera, se le coquetea, se le alaba, se le hace bromas de buen o de mal gusto, donde el mexicano se siente seducido por ella. La imagen de La Muerte en México es retratada como el de una bella mujer portando un vestido negro de novia; las catrinas del Día de Muertos como las retrató José Guadalupe Posada, llamada la Calavera Garbancera en sus grabados: un esqueleto femenino con indumentaria de la época del Porfiriato.
El mexicano configura la realidad de La Muerte por medio de la cultura y del lenguaje, compartiendo esta visión jocosa, seductora de La Parca, también llamada como La Niña Blanca, La Huesuda, La Calaca, Ángel de la Muerte, Dios de la Muerte, Tánatos en su personificación en la mitología griega e inclusive algunos la han llamado “Señora” en otros países, etcétera. En otras culturas la mujer es símbolo de deidad, Octavio Paz lo menciona en “Los hijos de la Malinche” de El laberinto de la soledad de la siguiente manera: “La mujer, otro de los seres que viven aparte, también es figura enigmática. Mejor dicho, es el Enigma. A semejanza del hombre de raza o nacionalidad extraña, incita y repele. Es la imagen de la fecundidad, pero asimismo de la muerte. En casi todas las culturas las diosas de la creación son también deidades de destrucción. Cifra viviente de la extrañeza del universo y de su radical heterogeneidad, la mujer ¿esconde la muerte o la vida?”.
En los países con tradición judeo-cristiana, con valores grecolatinos o en los lugares del Mediterráneo donde hablan las lenguas eslavas y romances, la imagen de La Muerte es una mujer y en los países anglosajones es una personificación masculina. En el mundo se tienen esos dos conceptos de La Muerte, pero también han surgido muchas interpretaciones de ello tanto en el cine, televisión y en distintas expresiones artísticas y culturales. Por ejemplo, en el toreo, el toro de lidia es la imagen de la muerte en que el matador debe lidiarla y vencerla ante el público.
El matador de toros y escritor Lorenzo Garza Gaona en una entrevista mencionó el significado de la muerte en la tauromaquia: “La muerte es protagonista en nuestra Fiesta [Brava], así como la vida. Algo que es central en el espectáculo es la muerte del toro como una culminación de la obra maestra, pero también es verdad que el torero expone su vida cada vez que sale al ruedo, así que es un elemento esencial de la tauromaquia. […] El toro es un guerrero y como tal sale a dignificar a su raza, así que se va con grandeza cuando llega el momento de su muerte y puede pasar a la historia debido a su bravura. […] Aquí suceden cosas reales pues nada es planeado, sino espontáneo. Lo más bello que le puede pasar a un torero es que, si le toca morir en la plaza [de toros], se va con todos los honores y una dignidad extraordinaria. Cierto estoy que si nos preguntan dónde queremos morir, desearíamos fuera en una plaza [de toros]”.
La mayoría de los seres humanos temen de la muerte, especialmente en los países de cultura anglosajona donde no mencionan la palabra muerte, se murió, porque les parece muy fuerte y la sustituyen con He or She Passed Away, para así aminorar el contenido semántico de la palabra. En México y en los países de tradición latina a La Muerte se le juguetea, se le coquetea y se mofan de cuando alguien fallece diciendo como Ya se petateó, Ya colgó los tenis, La Huesuda ya se lo llevó. La Muerte forma parte de la vida, en la cual pertenecemos a este mar de cultura que somos parte.