Por: Carolina Díaz Flores
La Salud Pública es un área que ha sido pobremente atendida por la administración federal, ya que aún se mide el acceso a la salud en términos muy utilitaristas y con enfoque en la enfermedad y no (como es lo ideal) en la salud, bienestar y calidad de vida. Actualmente, el sistema de salud en México está superado en muchos aspectos y, en términos generales, no se cuenta con un servicio sanitario que satisfaga las necesidades en materia de salud de la población mexicana.
Históricamente la salud ha sido concebida desde diferentes modelos o teorías y cada cual, es la respuesta a la demanda de la sociedad en diferentes momentos históricos, cada una de estas visiones, ha involucrado de manera diferente a los colectivos y a sus respectivas formas de administrar-gobernar. La primera de estas teorías es desde la antigüedad, cuando la explicación fue la de dar sentido al proceso salud–enfermedad a través de la concepción mágico–religiosa, que consiste en creer que fuerzas superiores (llámense dioses, madre naturaleza, etcétera) son las que a través de la enfermedad castigan o premian el comportamiento de los seres humanos; en términos generales, la salud se ve como una recompensa a la buena conducta y la enfermedad como un castigo. En esta teoría se deja de lado el papel del Estado o de las autoridades de la comunidad sobre el proceso de salud–enfermedad.
La siguiente teoría fue la establecida por el padre de la medicina: Hipócrates, quien describió la enfermedad como un desequilibrio entre cuatro humores que se encuentran en el cuerpo: bilis amarilla, bilis negra, flema y sangre. En este modelo se atribuyen a cualidades de la personalidad a la abundancia o carencia de determinado humor, por lo que en cierto sentido todavía se mantiene mucho la perspectiva moral de la salud–enfermedad, no hay inclusión activa de los gobiernos o de los Estados sobre la gestión de la Salud.
La siguiente teoría fue la biologicista con la invención del microscopio, el descubrimiento de la célula y la asociación de microorganismos como productores de enfermedad, se comenzó a comprender la enfermedad como un proceso unicausal, es decir: si un individuo se expone a determinado microorganismo, tendrá determinada enfermedad. Este modelo sigue vigente y es considerado como universal en muchas enfermedades (al menos para la mayor parte de la población), pero hasta entonces el papel del Estado continúa siendo limitado.
La teoría actual, que la Organización Mundial de la Salud (OMS) propuso desde el año 2005, es que la enfermedad y la salud deben entenderse bajo el modelo de los determinantes sociales de la salud (DSS), se ve a la enfermedad como el resultado de las condiciones en que las personas nacen, crecen, trabajan y mueren, es decir, incluye factores sociales, de seguridad, de violencia, de equidad, de respeto a derechos humanos, entre otros, como determinantes de la salud. Por lo que la administración pública es el gestor directo de los niveles de salud de las poblaciones; en este sentido, se aprecia que no se trata de no exponerse a un virus, hongo o bacteria para no enfermar, sino de tener un trabajo digno que permita comprar alimentos, contar con educación que permita elegir adecuadamente esos alimentos, tener seguridad para la integridad física y mental, y no sólo responsabilizar a los individuos de su propia salud. Este modelo de los DSS ha sido fuertemente rechazado por los gobiernos de muchos países, pues, en él, el Estado es el responsable directo de la salud de su sociedad. Algunos Estados le siguen apostando a reforzar la idea de que la salud es un asunto personal y no de administración pública.
A pesar de que hace 18 años se creó la comisión de los determinantes sociales de la salud de la OMS, aún no se han generado políticas públicas para que la salud y la enfermedad se entiendan como el resultado de las condiciones de vida que el Estado provee a sus poblaciones. De hecho, a pesar de las críticas al gobierno federal actual, muchos de sus programas se enfocan a mejorar el origen de la enfermedad: la corrupción y desigualdad de oportunidades. Esto porque se ha buscado apostarle a la disminución de la desigualdad a través de políticas poco planificadas y poco adaptadas al contexto sociocultural de nuestro país.