SARA ANDRADE
Dejé de ver YouTube como todas las personas millenials con el cerebro podrido por el pulso desenfrenado de la vida digital. Me cambié a Twitter, a TikTok y a mi servidor personal de Discord. Años atrás, cuando el oficio de YouTuber todavía tenía un poco de prestigio y menos alegaciones de acoso sexual, pasaba mi tiempo frente a la pantalla se gastaba casi exclusivamente en los videoensayos, streams de videojuegos y tutoriales de maquillaje en esa página web.
Esta semana volví a YouTube casi por accidente. Estaba buscando la letra de una antífona a la Virgen María (por razones absolutamente cero católicas) y acabé en mi abandonada cuenta de YouTube, donde uno de los primeros videos que me aparecieron recomendados por el algoritmo fue uno de un turista americano paseando por Zacatecas. El título del video era “¿La ciudad más PELIGROSA o HERMOSA de México?”, con su miniatura clickbaitera de un hombre haciendo un gesto de sorpresa en medio de la Avenida Hidalgo y una patrulla de policía al fondo.
El video en sí es bastante inofensivo. El gringo bromea sobre que Zacatecas es una ciudad “sumamente peligrosa” mientras camina por una plaza Miguel Auza prácticamente vacía, salvo por unos niños jugando y un quinceañera tomándose fotos frente al San Agustín. El video sigue con lo usual: un paseo por el centro, por las iglesias, comprar mezcal, comer en Los Dorados de Villa. Al final, el turista dice que no tengan miedo de visitar Zacatecas, pues es una ciudad hermosa, histórica y llena de gente amable. Perfecto argumento turístico, que seguramente el gobierno estatal aprobaría.
De repente me aparecen más videos parecidos: Zacatecas, el estado con la peor fama de México, Zacatecas ¿peligroso?, Zacatecas, más hermoso de lo que crees. Es como si los visitantes no pudieran creer que uno de los estados con más homicidios dolosos en México y con más percepción de inseguridad sea un lugar de aparente belleza colonial, donde la gente hace su vida, a pesar de todo.
Y pienso, casi divertida, que es verdad. Que Zacatecas es hermoso y que también es peligroso. Pienso que uno o dos días en el centro de Zacatecas no es comparable con una vida aquí, entre sus calles. Que a un turista, probablemente, no le vaya a suceder nada, pero que a un nacido de aquí ha perdido a amigos y familiares por la violencia del narco. Pienso que a un gringo delante de una cámara de video le va a sorprender escuchar noticias tan exageradas, tan llenas de sangre y de miedo, pero que a un zacatecano le va a sorprender, más bien, que la gente venga y diga que es una ciudad tranquila y bella, cuando nosotros le conocemos la otra cara, la familiar, la sanguinaria, la que no aparece un videoblog, pero sí en el noticiero de las 3.
Y yo sé que habito esas dos realidades. La de Zacatecas patrimonio cultural y la de Zacatecas top ten ciudades más peligrosas. Para mí no hay cisma. Es la ciudad que se levanta y se va a dormir conmigo. Es mi cara, también, reflejando mi propia complejidad, mi propio claroscuro.