Por Diego Varela de León
Uno de los tantos problemas que viven y padecen nuestros jóvenes es el consumo de alcohol, tabaco y drogas, los cuales, además de truncar, están matando sus ilusiones, esperanzas y sueños, y lo más grave de todo es que estos vicios les están arrebatando la misma vida. En este tema, como todos los que compartimos con nuestros lectores, mucho tiene que ver la prevención de las conductas antisociales que en múltiples ocasiones detonan situaciones por demás lamentables, tanto para el consumidor, familia y sociedad.
A lo largo de los tiempos las antiguas creencias se han modificado o caducaron y las instituciones cambiaron con ellas, desarrollándose devenidas revoluciones y transformaciones sociales que han seguido siempre la línea de evolución de la inteligencia del hombre. La historia nos ha mostrado la grandeza del ser humano en hazañas de gigantes que ha realizado, pero también la decadencia de lo que el mismo creó y lo llevó a sucumbir, es decir, la historia desde la comprensión misma del hombre social vista de una manera más profunda del ser, desde lo más simple y primitivo a lo más complejo de las nuevas estructuras sociales en la evolución y progreso del hombre. Sin duda el desarrollo social de la historia nos marca una línea clara en la que la idea de la evolución rebasa su influjo en estas nuevas estructuras sociales que, tal como El origen de las especies de Darwin, publicado en 1859, y El origen del hombre, en 1871, entre otras ideas nos queda claro que la evolución siempre irá unida al progreso intelectual, moral y espiritual, aunque el precio de la factura tiene sus costes sociales y en nuestros días en muchas ocasiones se compra la libertad con la pérdida de la solidaridad familiar con hombres y mujeres que viven, que penan, que luchan y que obedecen a diversas necesidades (drogas) adquiridas por sí mismos para su destrucción, desprovisto de perpetuas contaminaciones de ideas y costumbres frente a una irregularidad sorprendente en la curva de la evolución con sobresaltos seguidos de mil regresiones en la exaltación del ser, además de las condiciones económicas como motor esencial de los cambios sociales desorientados con una distancia cada vez mayor entre lo establecido por las leyes y la situación del hecho en donde laten intereses reales que llevan a esas revoluciones que subvierten el estado de irracionalidad.
De tal suerte que es importante que construyamos nuestra historia basada en el aprendizaje de todas y todos aquellos que en el pasado sucumbieron en los tentáculos de la muerte, por ello es de suma importancia reducir los factores ambientales que aumentan el riesgo de las adicciones y, sin duda, el hogar y la familia son el mejor soporte contra las adicciones, pues está comprobado que los miembros de la familia que abusan del alcohol o las drogas pueden aumentar el riesgo de que otros miembros de la misma familia también desarrollen problemas con el alcohol y las drogas. Por otro lado, podemos decir los amigos y compañeros de escuela sin duda juegan un papel preponderante, pues los adolescentes pueden ser fácilmente influenciados por sus iguales que consumen drogas, otros de los factores de riesgo son la marginación social, predisposición genética, costumbres sociales, hábitos adquiridos, depresión y comportamiento hostil y autodestructivo. En general, cuantos más factores de riesgo tenga una persona, mayor es la probabilidad de que el consumo de drogas se convierta en abuso y adicción.
Por otra parte, los factores de protección reducen el riesgo de que la persona desarrolle una adicción, por eso es tan importante lo que en éste y otros esbozos hemos compartido, tal como el reforzamiento de las medidas de prevención basadas en valores familiares, ya que es la misma familia el núcleo central de todo el concierto social y es ahí donde debemos recibir toda la orientación para evitar ser víctimas de los tentáculos del infierno de las adicciones.