Por Diego Varela de León
Sin duda la enfermedad social de la delincuencia es un problema de los temas que nos ocupan y mucho tiene qué ver con la prevención y que, además de preocuparnos, nos debe ocupar a todas y todos, ya que ésta es asociada a la conducta antisocial y a la juventud.
Decimos que mucho tiene qué ver con la juventud porque las organizaciones criminales regularmente se hacen allegar en sus filas principalmente de jóvenes que, a pesar de que tienen toda una vida por delante, deciden tomar el camino equivocado y en consecuencia su periodo de vida se acorta, pues a causa de dichas actividades antisociales actúan jóvenes y mueren jóvenes, y en las conductas antisociales el periodo de vida es muy corto.
En este tema, habrá que decirlo, los hombres padecen esta situación más que las mujeres y en esta trama es difícil encontrar la uniformidad en los rasgos de la psicopatía, a diferencia de otras, en ésta se deben estudiar con mayor detenimiento las individualidades; sin embargo, se ha encontrado en común con los otros trastornos un conflicto con el vínculo materno desde edades muy tempranas, en lo pre verbal, carencia de amor y cuidados con madres perturbadas.
Las agresividades en las personas se estudian no sólo desde los efectos de traumas provenientes desde la concepción y niñez, igualmente del ambiente, además como producto de ideas y pensamientos, la característica fundamental de la psicopatía es una insensibilidad hacia las necesidades de los demás, convierten a las personas en cosas, tratarán además de burlar todas las leyes establecidas, así como las normas morales.
Según los estudiosos del tema, existen muchas personas que presentan algunas conductas sociopáticas, pero son sólo rasgos, no necesariamente la estructura psicopática como tal; si bien la mayoría de los delitos son cometidos por estas personalidades, también se pueden encontrar otro tipo de conductas de esta naturaleza sin que se llegue a la violencia física, como los llamados “delincuentes de cuello blanco”, donde se pueden apoderar de las jubilaciones de los trabajadores sin asomo de culpa, o en ocasiones son personalidades carismáticas que se hacen amar muy fácilmente, logrando objetivos como la estafa.
En el mismo sentido también se puede señalar que la culpa es un elemento que existe en los humanos y que nos hace actuar en armonía y respeto, si bien es un punto central que se promueven desde el núcleo familiar, las religiones, los grupos sociales de los que se forma parte, e independientemente de si se practican o no, va más allá de ellas, porque las personas, a lo largo de la vida, vamos llenando nuestra mente de objetos buenos, seres externos, padres, hermanos, amigos, maestros, que se van convirtiendo en parte nuestra, todo el tiempo nos estamos relacionando con ellos a través de nuestras partes buenas o malas internas; así, se siente culpa cuando se cree haber dañado a alguien o a un objeto querido, incluso cuando sólo se ha hecho con el pensamiento o en la fantasía.
E igualmente también se daña una parte buena, lo que nos genera la culpa, en ocasiones no aparece con el afán reparador, lo que sería óptimo para la tranquilidad mental, puede aparecer sólo con fines reparadores superficiales (maniacos), pero existe lo que lleva a la tristeza y al arrepentimiento; sin embargo en las personalidades sociopáticas o antisociales es un sentimiento que no existe, lo que los lleva a robar, asesinar sin asomo de culpa.
Y muchas veces se pueden distinguir estas personalidades cuando nos narran hechos violetos en los que participaron y nos dejan atónitos. Lo preocupante para su pronóstico es la ausencia de partes buenas internas, lo que dificulta y hace casi imposible lograr mejorar su salud mental.
De ahí la importancia que la prevención adquiere al atender desde temprana edad a nuestros hijos con cualquier conducta reiterativa e inadecuada, adquiere gran relevancia para su buen desarrollo y es atenderlos para el bienestar general de los individuos y de la propia sociedad, pues la salud mental es tan importante como la salud física. La salud mental es el resultado de una compleja relación de la persona con su medio ambiente, las relaciones sociales y con el propio cuerpo.
Si bien lograr comprender la mente humana es aún difícil, aunque ya se cuenta con elementos para remediar los problemas, pues la salud mental es la expresión de la lucha que se tiene frente a los conflictos, es analizar el dolor mental que éstos generan para lograr un equilibrio entre las frustraciones y la felicidad, dinámica que prevalecerá durante toda la vida.
Como podemos apreciar, la salud mental va de la mano consigo mismo y las relaciones con los demás, lo que implica la esfera social, aspectos que están marcados por el equilibrio entre los aspectos psicológicos y los conflictos del contexto social, entonces el área social del bienestar es aquella en que el hombre que la habita lucha constantemente para lograr desarrollar su existencia en armonía con sus necesidades íntimas y concretas, de este modo, tal vez logre la adaptación en la estructura social en la que vive, o bien tenga que modificarla total o parcialmente, en concordancia con sus necesidades o aspiraciones.