Por Othniel Ruiz
Que lo barato sale caro también se aplica al mundo de la salud bucal. Cuando vayas con tu dentista ten en cuenta que nadie regala nada si tu tratamiento es más barato de lo normal o te ofrecen descuentos sin pedirlos, algo está mal, desconfía y sal de ahí.
Desde hace ya unos años las clínicas dentales que se conocen como “low cost” (bajo costo) han venido en una continua expansión, hasta el punto de que resulta extraño hoy en día no encontrar alguna en cualquier manzana.
La ley obliga a la presencia de profesionales del sector, pero hay prácticas que están permitiendo saltarse esto. Desde los malos profesionales que realizan tratamientos que no les competen, o no tienen la capacidad o el conocimiento sobre éste, hasta las personas que se dedican a pegar brackets en los tianguis o mercados sin tener algún conocimiento sobre el daño que ocasionan a largo plazo.
Otro prejuicio muy preocupante del fenómeno dental “low cost” es precisamente la propagación de ese concepto, en cuanto a su cuestionable veracidad. La publicidad de este tipo de clínicas incurre con frecuencia en promesas engañosas, ya que al dividir los tratamientos muestran sus mensajes apartados aislados a éstos.
En otros casos, sí es cierto que se ofrecen precios reducidos, pero con un grave menoscabo en la calidad de los materiales empleados. Cualquier profesional de la salud dental con ética y profesionalismo recomendará en definitiva tener cuidado con todos estos impactantes mensajes, ya que está en juego nuestra salud, la cual no se rige por una lógica meramente mercantilista.
El buen profesional odontólogo es un experto que debe ofrecerte un trato personalizado y saber transmitir seguridad y tranquilidad. En las clínicas “low cost” la rotación de personal está a la orden del día es muy probable que en tu primer consulta te atienda un profesional, pero conforme pasen las citas vayas viendo otros rostros.
Ten en cuenta que para las clínicas dentales “low cost” no eres un paciente, más bien eres un cliente y a pesar de que “el cliente siempre lleva la razón…” aquí lo que priman, una vez más, sólo son los beneficios. Y que no te extraña ser atendido por un comerciante en vez de por un especialista.
Los precios bajos no lo son tanto puesto que en el presupuesto no incluyen servicios necesarios, lo mismo sucede con la relación calidad precio. Estos tratamientos al no ser aplicados correctamente, deberás recurrir nuevamente a un dentista profesional para que repare el daño causado. Lo que en un principio parecía un tratamiento de bajo costo, se acaba convirtiendo en dos presupuestos diferentes.
Como profesional de la salud bucal soy fiel a la idea de que todo el mundo merece una atención dental personalizada y de máxima calidad. Como paciente tienes derecho a exigir que el responsable de tu tratamiento sea siempre el mismo, no dejes que jueguen con la salud de tu boca. Apostemos siempre por una buena atención con buenos profesionales que nos traten como pacientes y no como simples actores de una transacción económica. Tu boca no está de oferta.