
Entrega 4.
Visualicemos la siguiente escena: una persona se mira en el espejo. Sabe que a quien mira pudiera ser sí mismo. Y, no lo es. Porque si frente a la línea que se refleja, él levanta la mano derecha, el otro, que le sigue, levanta la izquierda. Así, un espejo muestra lo totalmente opuesto a ti. Este es un acto paradójico de aquel objeto “mágico” que tiene como principal función el reflejar el mundo. Entonces, si las palabras “reflejan” la realidad, ¿qué sucede en el acto del nombrar al mundo? ¿Las palabras y su orden poético son un reflejo de la realidad o de la fantasía? ¿Las palabras muestran imágenes o las imágenes muestran palabras? ¿Las palabras también pueden representar el vacío de las imágenes? La duda sistemática recae inclusive en las reglas de escritura, porque su disposición es figurativa y significa, como la caja de letras o las grafías dispuestas en sinfonía de imágenes, que reflejan ser lo que tal vez no son.
S. L.
Por: Edith Velázquez
Dueño de mis sueños,
iluminas mis más oscuros deseos,
tu mirada es mi señal y ningún alto me detendrá,
un breve destello se convirtió en algo eterno,
Sé que contigo todo lo malo que vendrá pasará,
como el viento al acariciar nuestro sueño moderno,
no importa si me ves como algo pasajero,
vayamos a caminar hasta nuestra cama llegar.
Atemos nuestras historias,
pues yo a ti mi corazón te entrego,
con tu tranquilidad me fascinas,
me enciendes como el fuego.
Demos nuestro amor como el más sincero,
pues los dos coincidimos al amar con tanta intensidad,
para que nuestras almas puedan probar,
lo que es soñar tan solo con besar.