GIBRÁN ALVARADO
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Debo confesar que la premisa no me pareció muy prometedora porque, más allá de la experiencia al momento de llegar a un sitio nuevo, Japón, en este caso, la novedad, poco a poco, se va diluyendo. Las diferencias culturales se presentan desde los primeros fotogramas en los que aparece Bob Harris ante la inmensidad de su habitación vacías, su rostro perdido ante el recibimiento mecanizado de los empleados del hotel y, sobre todo, esa aventura del actor que debe realizar labores en comerciales que no transmiten la aparente emoción ante las cámaras. Al parecer, esta aventura en oriente no saldrá bien, hasta que se cruza la joven Charlotte en su camino.
Bob, el viejo actor reconocido por el público se encuentra en una crisis, lo mismo le sucede a Charlotte, quien viajó para acompañar a su esposo, fotógrafo, pero varios aspectos demuestran que su relación es aburrida, ella está encerrada en el hotel y no encuentra sentido a todo lo que está viviendo, sola. Hasta aquí, todo va acorde a lo presupuesto, como es de esperar, se obsevan algunos sitios, como el elevador, aunque el encuentro se da en el bar, dialogan y considero que se demuestran el uno al otro que no están contentos con su devenir, tienen unas vidas infelices, ¿qué se podrá hacer para cambiar eso?
El segundo encuentro se da cuando Charlotte acompaña a su esposo, en una mesa del bar, porque cree que hay algo entre su marido y una mujer, la cual actúa de una forma muy simple, fofa, ridícula pero, al parecer, ese es el atractivo que le encuentra el fotógrafo, claramente Charl no desea seguir ahí, tratando de comprender chistes estúpidos y se muda a la mesa de Bob, se escabullen juntos en busca de aventura… Llevan varios días sumidos en el aburrimiento total, los dos tienen problemas con sus parejas y al estar juntos se dejan llevar por esa novedad, se dan cuenta que la noche en Tokio les puede ofrecen una segunda oportunidad porque disfrutan el momento, se divierten, se hacen cómplices, dialogan sobre el matrimonio, el tedio, las dificultades y sus alegrías.
Esta película de Sofia Coppola presenta al espectador que la vida es cambiante, la vida tiene sus fases, sus etapas, sus épocas, sus momentos, pese a que quizá tenga una trama sencilla, el guion es muy fluido, el filme corre rápidamente y propone diversas lecturas a esa amistad fugaz conformada por dos personas tan distintas pero tan similares. Al final del filme se rompe ese acuerdo tácito, algo cambia pero será en los últimos minutos cuando se dé ese cierre, quizá predecible pero tan natural que nos hace ver que a veces, cuando estamos perdidos, sólo se necesita un pequeño detalle para volver a encontrarnos.