ENRIQUE GARRIDO
En 2011 Olallo Rubio escribió y dirigió una película sumamente experimental, al grado de decir que no era una película. This is not a movie está protagonizada por Edward Furlong, Peter Coyote, Edi Gathegi y musicalizada por el guitarrista de Guns N’ Roses, Slash. Planteaba a un hombre (Pete Nelson) frente al fin del mundo en una suite de las Vegas mientras cuestiona su condición de alineado al sistema. Dentro de todo el bagaje de personajes había uno que llama mi atención, oscuro y de sonrisa maquiavélica, interpretado por Coyote, que responde al nombre de “Master of Propaganda”. Se trata de la personificación de la manipulación del lenguaje, manejo de la percepción y el capitalismo voraz. Dicho personaje me inspiró para escribir una serie de textos relacionados con el tema, los cuales, de manera paulatina, iré publicando.
Alguna vez se preguntaron ¿por qué todavía existen personas que consideran legítima la ayuda de EUA a Israel en el ataque a palestina? ¿Por qué Latinus se ensaña con la 4T, o cómo la mañanera dirige, e incluso manipula, el discurso público? Todo se reduce a una de las formas más oscuras y perversas de la comunicación: la propaganda. Rubio ha tocado el tema de la propaganda, entre otros relacionados, a lo largo de su filmografía y producción auditiva; así como otros intelectuales como Naomi Klein, Edward Bernays, Michel Foucault, Slavoj Žižek, Noam Chomsky y un largo etcétera, poniendo énfasis en que debemos cuidarnos de ella y detectarla para no ser víctima de la misma, pero… ¿Qué tan peligrosa puede ser?
De entrada, y a grandes rasgos, la propaganda es un proceso comunicativo que informa parcialmente para influir una audiencia; presenta hechos de manera selectiva, omite otros deliberadamente, o usa mensajes controlados, buscando generar una respuesta emocional, y no racional, en quien lo escuche. Su finalidad es sustentar una conclusión que al emisor le interesa instalar en la conciencia del receptor, ya sea una persona, un grupo, o incluso un país o el mundo entero.
De forma etimológica, la palabra propaganda proviene de propagar, del verbo latino propagare que significa ‘perpetuar, acrecentar, extender’. Viene de una institución de la iglesia católica, la Sagrada Congregación para la Propagación de la Fe (Sacra Congregatio de Propaganda Fide) fundada en 1622 por el papa Gregorio XV. En 1982 fue rebautizada y hoy se conoce como Congregación para la Evangelización de los Pueblos (Congregatio pro Gentium Evangelisatione).
Con ello ya podemos darnos una idea de cómo funciona; no obstante, al igual que la IA o internet, es una herramienta y su mal o buen uso depende de los humanos. La propaganda, por lo tanto, puede ser usada como un “arma de guerra” dentro de la lucha ideológica o comercial, así como para promover el uso responsable de recursos, o como contrapropaganda. En EUA, la palabra propaganda es usada como sinónimo de exageración, falsedad y abuso; sin embargo, en otras latitudes significa expansión, diseminación o multiplicación rápida.
Michel Foucault, en El orden del discurso, señalaba que no existe la “verdad” de forma concreta, sino que existen “verdades relacionadas al contexto”, las cuales se constituyen a partir del discurso dominante. Por ejemplo, los perros y gatos, en estos tiempos, están protegidos en mayor medida que otros animales como puercos, vacas o becerros porque en este contexto han adquirido un lugar más próximo a compañero que a mascota; así, no podríamos decir que esta verdad está más relacionada con las construcciones históricas y contingentes, influenciada por el contexto social y político de su tiempo.
En próximas entregas se ahondará más a detalle respecto a esto; no obstante, es importante señalarlo dado que es la dinámica que justifica el uso de la propaganda en el contexto social contemporáneo, pues, las elites, a través de los medios de comunicación, buscan controlar y dominar el discurso social, lo que implica tener la verdad de su lado y así, incluso, justificar genocidios o un sistema que destruye y termina con los recursos naturales. Al final, estamos expuestos a la propaganda casi todo el tiempo; sin embargo, la manera de resistirse a ella es saber cómo funciona, además de cuestionar y criticar toda la información recibida, provenga de donde provenga.