Lágrimas anarquistas, zurdas y gramáticas corrían por las redes sociales el 17 de junio del 2024. Ni en los pasajes más lúgubres de los evangelios se leen tantas muestras de dolor por la pérdida de alguien con barba larga e ideas extravagantes. Un grito al unísono recorría el ambiente: “Chomsky, Chomsky, ¿por qué nos has abandonado?”. Jesús tardó 3 días en resucitar; sin embargo, la era virtual y posmoderna exige eficiencia y rapidez, las tendencias no pueden perder el tiempo en duelos largos y minutos de silencio, por lo que Chomsky regresó de una muerte virtual pasadas un par de horas. Con lo que Foucault denominó ironía del dispositivo, su esposa Valeria Wasserman aclaró la fake news a través de un mensaje de WhatsApp.
Como si se tratara del Nuevo Testamento en tiempos de redes sociales, miles de apóstoles salieron a lamentar la muerte del lingüista y recomendar sus libros. La noticia de viralizó como las notas de Ángela Aguilar y Nodal. Debo admitir que yo también caí en la trampa de la desinformación. No seré un mitómano, no diré que esperé la confirmación de los grandes medios, que puedo ver sus hilos y la perversión con la que operan, que siempre actúo verificando toda la información que recibo; tampoco voy a subir a un pedestal moral desde donde regañan o se burlan de los que caímos en el rumor de red de un hombre de 95 años que tuvo, en recientes fechas, un ACV.
En el libro Manufacturing Consent: The Political Economy of the Mass Media, Chomsky y analista de medios Edward S. Herman plantean qué tanto influyen los medios de comunicación en la ideología de la sociedad y cómo, a través de distintas formas de manipulación, convencen que lo que más le conviene al grueso de la sociedad es lo conveniente a los intereses de las élites económicas y políticas.
Así, Chomsky propone un modelo de propaganda aplicado por los mass media en las democracias occidentales y que se basa en la estructura del mercado y la autocensura [no en una coerción], en establecer filtros de información que determinan las noticias que se publican y cómo se presentan: la propiedad de los medios, la financiación a través de la publicidad, las fuentes de información, las críticas como medio de disciplina a otras ideologías. Y es que muchas veces se olvida que los grandes medios de comunicación no son públicos, operan con la lógica de mercado, prepondera la ganancia, buscan publicidad y son propiedad de empresarios, razón por la cual nunca van a arriesgar sus ingresos por una noticia o investigación.
La teoría del “consentimiento manufacturado” señala que, a través del bombardeo de propaganda e información sesgada, las masas “creen” que están informadas, y que las opiniones que “tienen” son suyas; de este modo, y con su consentimiento manufacturado entre el público, la opinión pública acepte y apoye las políticas y acciones de las élites gobernantes.
Lo que dice Chomsky parece sacado de una novela distópica, pero aquí hay algo para pensar. Dentro de sus postulados hay uno muy particular. En su propuesta de “doble estándar en la cobertura”, señala como los medios aplican un doble estándar al reportar eventos, diferenciando entre “víctimas dignas” e “indignas” [Israel-Palestina] y entre elecciones “legítimas” e “ilegítimas” [llene usted este espacio] en función de los intereses de las élites.
Quizá Noam Chomsky no murió en el plano físico, pero sus ideas estaban peligrosamente abandonadas. Fue gracias a este curioso episodio que muchos repensamos la manera en la que nos informamos, en los medios de verificación. Varios podrán reírse de quienes fuimos desinformados, sin embargo, como insinuó Chomsky, es peor creer que sabes cuando no sabes y sólo replicas las ideologías de las élites pensando que son tus ideas.
1 comentario en «Master of propaganda II. Aleluya, Chomsky resucitó o la teoría del Manufacturing Consent»
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Muy buen ensayo, sobre un tema de mucho interés pero difícil de abordar, Enrique Ricardo.