RENÉ MORALES
Una de las obras más importantes de la segunda década del siglo XXI es, sin dudarlo, el disco The Suburbs de la banda canadiense Arcade fire, obra que reflexiona sobre la juventud y que fue acompañado por un cortometraje increíble de Spike Jones con el mismo título, ambas piezas intentan profundizar sobre la vida de personas simples que al final son sólo adolescentes que comienzan a sumergirse en la vida y lo que eso conlleva. Siempre he creído que la obra de Fernando Trejo se ubica en ese tenor, incluso me atrevería a decir que gran parte de los libros de nuestro autor revisan con mucha conciencia esa etapa de la vida; digo esto porque ya lo habíamos visto en el libro Solana. El escritor de Junk nos vuelve a presentar estos fenómenos -de nuevo- poetizados, porque es a través de la poesía que se entiende el qué hacemos en este universo tan vacío de sentido.
La palabra grafiti hace referencia a las piedras de grafito con que los ciudadanos y esclavos romanos pintaban las paredes de la antigua Roma con la intención de quejarse del emperador, el senado o el ejército. El acto peculiar de plasmar contenidos con distintos materiales en las paredes es antiquísimo, por poner dos ejemplos: las gloriosas cuevas de Altamira y Lascauaux; sin embargo, en el mundo de lo plasmado en la piedra hubo un cambio importantísimo cuando apareció, a principios de 1971 en La Gran Manzana, la pinta “Taki183”. Muchos pensaban que eran sólo claves del servicio de la ciudad para marcar futuras obras o remodelaciones de la alcaldía, no obstante eso fue producto de un mensajero que, acompañado de un aerosol, puso de moda inundar todo Nueva York de pintas, acto inimaginable que llevó a transformar gran parte de las ciudades del mundo con trazos hechos por jóvenes.
En Chiapas en donde todo pasa 30 años después, el fenómeno del grafiti aconteció a principios del siglo XXI, esto lo sé porque yo también fui víctima de la moda de pintar paredes y todo lo que fuera posible pintar, es ahí pues donde se ubica la obra Junk.
Fernando en su nuevo libro no sólo nos cuenta la historia de dos obreros que descubren en el grafiti el placer de escribir en la piedra una palabra de la que, quizá, desconocen su origen, su significado y mucho menos las distintas referencias que tiene, pero al final se burlan de lo establecido del capitalismo. Estos personajes abren la puerta de la rebeldía generalmente relacionada con la juventud. Es pues, ésta una continuación temática de Solana. Me atrevería a decir que no con una línea temporal lineal, pero sí que los personajes de Solana, están observando a los albañiles mientras comen tacos, se burlan de la propiedad privada y viven como los personajes de Proust: en una juventud eterna. Trejo describe como nadie ese espacio en donde tarde o temprano nos encontramos la mayoría, ese espacio inolvidable y único en donde todo es posible, en donde la muerte parece un animal dormido, es esta obra un símil en donde me encuentro yo, porque también pinté paredes, también fui joven y también disfrute de esta vida que, a veces, pareciera no tener dirección; es pues ése, el fin último de la poesía: leer algo y saber que no estamos solos, que hay algo más que montañas detrás de la montañas. Ése es el verdadero punto en que la poesía se consagra.
Ocozocoautla de Espinosa, Chiapas.