Por Gibrán Alvarado
En esta columna he escrito sobre la banalidad de muchas películas que acaparan las carteleras de los cines, he tratado de proponer al lector de este espacio una variedad de contenidos, la mayoría disponibles en la web, que forman parte de los clásicos desde el inicio de cinematógrafo hasta lo más reciente del cine mexicano. Me interesa, más que reseñar, hacer una crítica o desentrañar elementos de cada filme, realizar una invitación al goce estético y crítico, en el sentido amplio de la palabra, me interesa que la experiencia cinematográfica se realice a conciencia, que la película no sea sólo un producto de entretenimiento para pasar el rato.
Me gustan los filmes que propician una reflexión inmediata y captan la atención desde las primeras secuencias, esto me sucedió con Relatos salvajes (2014), una producción hispano-argentina que por medio de seis historias desmenuza algunas de las características humanas de las que poco se reflexiona o habla en el día a día. “Pasternak”, “Las ratas”, “El más fuerte”, “Bombita”, “La propuesta” y “Hasta que la muerte nos separe” son los relatos que componen el largometraje, en cada uno se explora al ser humano desde una óptica diversa, el odio, la envidia, la frustración y demás aspectos que nos conforman.
A fin de cuentas el título nos da un indicio, los relatos salvajes Sólo mencionaré algunos aspectos de la primera historia, “Pasternak” se desarrolla en un avión, dos personas inician una conversación y a partir de esto todos los pasajeros del vuelo tienen algo en común, tejen relaciones por medio de lo que aparentemente no es una casualidad, hay algo que va de lo irrisorio a lo grotesco en estas escenas y nosotros, junto a los personajes, tenemos que encontrar el hilo que los llevó hasta ahí, hay algo que no tiene sentido, pese a la aparente normalidad en este inicio, a partir de esto y con el desenlace que tiene, nos damos cuenta del porqué del título y cuál será el tono de las historias.
Relatos salvajes tiene el acierto de poner en tela de juicio la “rectitud” del ser humano porque lo lleva al “límite”, un límite que encontrará su resolución cuando se actúe conforme a los instintos, porque el raciocinio se pierde cuando nos encontramos ante sucesos intempestivos. Esta película que se conforma de pequeños mosaicos, pequeños cuentos que cumplen con los presupuestos clásicos del inicio, nudo y desenlace con un clímax excepcional, que propicia la reflexión durante y después del visionado, otro gran acierto de esta fragmentaria puesta en escena.