GIBRÁN ALVARADO
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En la columna de la semana pasada hice una pequeña radiografía con las características del Western como género cinematográfico. Es evidente que para el espectador actual quizá estos filmes estén llenos de estereotipos y lleguen a considerarse racistas, clasistas y demás, lo interesante radica en posicionarnos en una perspectiva crítica y analítica de la época en que fueron producidos y observar esos detalles que se ponen de relieve respecto a la sociedad que mostraba o en las relaciones humanas que se destacan.
En My Darling Clementine, cuyo título se cambió por Pasión de los fuertes para el público de habla hispana y no creo que refleje el contenido del filme pues se pierde la esencia original, se siguen los paso de Wyatt Earp, quien, junto con su hermano, se dirige hacia California para llevar un ganado, se encuentra con unos hombres que le ofrecen comprarle las cabezas, pues considera que llegarán muy débiles a su destino pero Earp se niega, después decide pasar la noche en Tombstone,el pueblo más cercano. Estando ahí, acude al barbero, pero un hombre inicia a tirar balazos sin sentido, algo está mal ahí.
A partir de esta pequeña peripecia nuestro héroe tomará la decisión de “arreglar” lo que los que velan por la ley no pueden, así que con su valentía enfrenta al “indio” que está causando desmanes. Earp pretende seguir su camino pero un acontecimiento nocturno lo hace cambiar de parecer, así que tomará las riendas del pueblo, buscará poner el orden en una sociedad que sabemos sin ley, donde el más fuerte vence y no hay espacio para el temor, hombría, pistolas, las pugnas están a la orden del día.
My Darling Clementine es un filme en el que se destaca el honor, estamos ante una tragedia de Shakespeare, incluso uno de los espectáculos que se ofrecen en el teatro presentan a un hombre que recita sus versos. La trama de la película pone frente a frente a dos familias que habitan el pueblo, es obvio que en el territorio solo hay espacio para una, de ahí que varios de los personajes tengan que unir fuerzas para combatir al prójimo, ese mal mayor que imposibilita el bien vivir del pueblo.
Así como la valentía y el honor son un elemento relevante en este género, así lo es el castigo, el cual no llega con el encarcelamiento o los golpes, va más allá, el castigo es la muerte o algo que es más doloroso, el exilio, la máxima vejación que está presente es correr a alguien del pueblo, obligarlo a no regresar más, el exilio, tanto que es mejor morir, tirar la última bala, la última esperanza, quizá de ahí venga el título castellano, esa pasión por demostrar ser el fuerte, el vencedor, el que se salga con la suya o reestablezca la normalidad en ese entorno hostil que es el viejo oeste.