ÓSCAR ÉDGAR LÓPEZ
Uno de los placeres más grandes, para muchas personas, es la inactividad, entendida como un cese en la “producción”; además representa una iniciativa política de primer orden. Enfrentados y puestos en un mundo frenético, en donde la lentitud y la tranquilidad contemplativa son juzgadas como porfía deleznable de bohemios ociosos, ver la vida suceder y no tomar partido, salir un poco de la carrera de ratas tras la chuleta diaria, ese sustento que apenas hace “vivible” los días con sus horas luengas, ese tiempo vital que vendemos a patrones cínicos y crueles a quienes no les interesamos más allá de nuestras poco indispensables tareas que les engrosan las cuentas bancarias; detenerse, bajar los brazos y de ser posible, estirar las piernas y coronar tal postre con un bostezo felino, puede más que mil plantones y tomas de casetas, y no hablo del “paro”, hablo de la hermosa “hueva”, de la flojera, de congelar la existencia, no hacer nada, más que lo necesario para seguir con vida.
Deja ahí ese libro, no termines el videojuego o la serie que comenzaste, no le sirvas hígados al gato, no inicies una faena coital, no le marques a mamá, no saludes con un mensaje a la tía, no saques al can a cagar, no pongas la canción que te dedicaron, no abras la página de los chismes, no le pongas mermelada a la galleta y menos la lleves a tu boca, no recuerdes tu infancia ni llores tus cuitas, no cepilles la alfombra, no saques la ropa del canasto, que el clavo se quede soltero sobre la cómoda, que el cuadro no cuelgue patitas para abajo, que no te salude el taquero, que no te cobre el agente funerario, no le contestes al rentero, no salgas por un elote con todo, no infles la llanta, no aconsejes al niño, no cortes para el té las hojas del guayabo, no veas lúbrico esas piernas, no aceptes esa cita, no aplastes a la cucaracha, no acaricies la cortina.
La obra del joven artista Iván García es un torbellino, muy en la estética del expresionismo abstracto norteamericano de los años cincuenta del siglo XX, también recuerda por su gimnasia plástica y el uso de materiales adheridos a los soportes al informalismo catalán, el action painting de García es rico, enérgico y diverso; por la juventud del artista y su contexto urbano también resulta apropiado vincularlo al grafitti, al más esencial, el que viene directamente de los ímpetus y pasa muy poco rato en la consciencia. Su pintura es gestual y vibrante, algunas veces utiliza la figura humana y la caligrafía, lo que convierte a sus piezas en textos gráficos con múltiples posibilidades interpretativas.
La obra que aquí presentamos es una pieza compuesta en tres segmentos, abundan los colores rojo y azul, en la parte superior el ojo de un Dios de caricatura observa lo que parece una escena erótica o la conformación de un espíritu abatido, la figura en la esquina derecha podría ser una persona trans que ha cruzado la línea de una herida funesta y que cansado de “hacer” y de “buscar” habla en soliloquio para calmar su intemperancia, luego la explosión de los tonos rojos y morados representan el adentro de ese afuera que vemos casi rendido, dando el último empuje en el día, haciendo como todos: cosas para otros, sin parar.
Autor: Iván García
Técnica: Mixta y collage sobre papel, 32 x 24 cm
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