Por: Carolina Díaz Flores
Cuando se trata de salud, normalmente se acude a revisiones en función de síntomas o malestares específicos, pero hay órganos o funciones que se subestiman y que no se atienden o cuidan de forma ideal. Uno de estos órganos son los ojos, que resultan nuestra ventana al mundo: son indispensables para la vida cotidiana. Sin embargo, es habitual que no se les den los cuidados necesarios, sobre todo preventivos y en tiempos actuales, donde el uso del celular, la computadora o la TV, acaparan muchas horas de nuestro día, es indispensable dar cuidados mínimos a la vista para que a largo plazo no se presenten problemas serios.
Anteriormente, los padecimientos más habituales a nivel ocular eran los defectos de refracción: miopía, astigmatismo y presbicia. Pero, la vida actual ha agregado un padecimiento a la lista de padecimientos oculares más comunes: el ojo rojo.
Es de las principales causas de consulta oftalmológica y sus causas son diversas, desde afectaciones locales hasta problemas sistémicos. En términos técnicos, el ojo rojo se refiere a la vasodilatación e inflamación de los vasos sanguíneos que nutren y oxigenan el tejido ocular, ésta puede darse por: procesos alérgicos, infecciones, cuerpos extraños, exposición excesiva a la luz artificial, exposición al calor, etcétera. Es decir, su origen puede ser muy diverso, sin embargo, un factor que recientemente contribuye a que el ojo rojo sea un problema común, es la exposición excesiva a la luz de dispositivos electrónicos.
A continuación se presentarán algunos consejos a seguir para procurar una mejor hidratación ocular y para prevenir el ojo rojo (aunque el primer paso es acostumbrarse a tener una valoración oftalmológica cada 12 meses y de manera ideal cada 6 meses), hay consejos puntuales en cuanto a ojo rojo:
Si utilizas más de 4 horas al día dispositivos electrónicos, usar lágrimas artificiales al menos 1 vez al día.
Evite utilizar brillo excesivo en sus dispositivos electrónicos.
Evitar el uso excesivo del aire acondicionado en los vehículos (y no dirigir directamente a la cara).
Usar gafas de sol sobre todo al aire libre.
Utilizar humidificadores ambientales al menos 30 min al día.
Aunque estos consejos pueden seguirse como medidas preventivas, nada sustituye a la consulta habitual con un oftalmólogo.