Imagina de pronto estar en una banca con las emociones yendo y viniendo como la marea alta que trae consigo basura y ramas ahogadas. Imagina que sabes cuál es el punto exacto que te llevó al abismo y cuál sería la elección que hubieses cambiado para no estar ahí, sino en un punto diametralmente opuesto. Imagina cuál sería esa petición que realizarías para cambiar cualquier cosa de tu vida actual, no importa si suena superficial, entre más superficial mejor podría funcionar, ser más bello, más famoso, tener más dinero, tener la posibilidad de vender tu alma al diablo por fama o talento, volar bajo la luna nueva.
La historia de la humanidad podría revelarse a través del deseo y la insatisfacción. Los líderes supremos y sanguinarios muchas veces nacen a raíz de las faltas que hubo, de las inseguridades, de las ganas de ser vistos, de tener una voz fuerte después de callarla por mucho tiempo. Tal vez si la correspondencia con el demonio fuera más tangible su buzón estaría lleno de cartas o su teléfono de mensajes instantáneos con las peticiones de cada día, como el pan caliente sobre una mesa, la siguiente jugada de póker en la que se apuesta la casa de la madre, llegar a tiempo para tomar un avión o que la tormenta arrecie para que el amor no se vaya, que el manuscrito no ardiera en llamas, que la noche se detenga.
En este número les dejamos un texto sobre un poco de la historia del pacto con el diablo, la antigua tentación que cada vez va perdiendo más adeptos, una víctima más de la vida fútil e instantánea de la humanidad moderna.
Juan Espinosa nos da un recuento general de un tema que ha fascinado a muchos: el demonio, los pactos, las elecciones y el destino. Además, nos da probaditas de muchas facetas del señor Satán en este pequeño y maravilloso texto: la relación tan importante que tiene con el arte, el perfecto marketing, por qué se ve en el imaginario de la forma en que lo hace y algunas historias particulares de hombres, algunos de ellos santos, que intercambiaron su alma en un pacto.
Un gran logro filosófico de Juan es sembrar algunas dudas y dejar un par de interrogantes para continuar con el diálogo interno, por ejemplo: si desde el comienzo de la cristiandad hombres y mujeres tuvieron esta relación de compra-venta con el diablo, ¿por qué las mujeres son más señaladas? ¿Por qué el estigma, la persecución y el asesinato en masa están más enfocados en relación con el género, incluso después de que los primeros relatos de este contrato diabólico tienen como protagonistas a clérigos, por supuesto hombres?
Éstas y otras dudas surgen después de leer este texto, pero también muchas certezas y fuentes que uno puede visitar para conocer un poco más de este mítico convenio. Ustedes, queridas lectoras y estimados lectores, ¿qué intercambiarían por su alma en este punto de su vida? Si de pronto, en esta banca ficcional de la que hablaba en un comienzo, llegara a sentarse un personaje elegante con acento extranjero a hacerles una propuesta, ¿qué le pedirían?
No lo olviden, ¡juntos incendiamos la cultura!
Karen Salazar Mar
Directora de El Mechero