Una se dedica a lo que se dedica por distintas razones. Existirán aquellos que hacen arte como un mero pasatiempo las tardes de un jueves o como un motivo de vida durante las noches de insomnio, habrá quien piense que los trazos, los versos o las cinceladas están ahí porque crecimos de tal o cual manera, al final de cuentas somos nuestras circunstancias, nuestro contexto y lo que hacemos con esto.
Escribir, por ejemplo, es un acto solitario. Hace no mucho en terapia descubrí que tal vez comencé a escribir porque no tenía con quién hablar, que podría ser comencé a leer porque no tenía a quien escuchar. Todavía no decido si es así ni tengo la certeza de que así lo sea. Posiblemente sólo seamos la hoja de papel y nosotros, el reflejo de nuestras ideas mientras se traza algo, nuestro pasado, convicciones, futuro, cambios de paradigma, presente y todo el caos en medio de un torbellino, entre los sonidos del tren que se aproxima, la primer gota de agua previa a la tormenta.
Sin embargo, Patricia Vázquez es muy clara al declarar que ella escribe con una propuesta principal: la de visibilizar, la lucha, la reivindicación, la lesbiandad, el amor y la comunidad. Escribe como un mecanismo de trabajo para avanzar en la lucha social, por ganar terreno, por nombrar aquello que simplemente fue murmurado, tomado a chismerío, susurrado bajo las mesas, en las canciones veladas, en uno o dos filmes transgresores.
Si bien la tradición de la escritura lésbica es tan antigua como la historia de la humanidad misma, podría haber un vacío editorial, como lo dice la poeta, pero las mujeres lesbianas existían, existen y existirán. En estas páginas abrimos el espacio para que Patricia Vázquez nos cuente de viva voz su historia personal con la escritura, su reconciliación, lecturas, acercamientos y recomendaciones. Además, nos regala algunos poemas de sus dos libros individuales: Diario de una poeta recién casada y La novela de las mujeres murciélago. No se lo pierdan, entren aquí, en este lugar seguro, a unos días de iniciar las actividades del Pride y siempre con el puño levantado como resistencia y exigencia de la visibilidad y los derechos humanos. También ésta es una forma de luchar. No lo olviden, ¡juntos incendiamos la cultura!
Karen Salazar Mar
Directora de El Mechero