Diego Varela de León
El abordaje del tema de la corrupción, impunidad y tráfico de influencias es muy amplio y complejo por las distintas aristas que presenta, pero que mucho tiene qué ver con la cultura de legalidad, una cultura legítima que la sociedad apela porque permee en la cotidianidad social, y evocamos uno de los artículos del acervo de la Biblioteca Virtual del Instituto de investigaciones jurídicas de la UNAM escrito por el Dr. Jaime Cárdenas Gracia que asienta que: “El estado de derecho de finales del siglo XX y principios del XXI se distingue de los anteriores por la crisis que vive la soberanía estatal, el desarrollo de la globalización, el papel de la multiculturalidad, las nuevas reivindicaciones sociales (de género, sexuales, ecológicas, etc.) el papel de los medios de comunicación. Ante estas nuevas realidades, los mecanismos de Accountability (responsabilidad y actitud que se percibe de un individuo dentro de un ambiente social), verticales y horizontales, tal como fueron diseñados y formulados han periclitado por completo. Se requieren órganos de control al poder nacional y trasnacional más vigorosos, pero éstos aun no son concebidos o, si lo son, no encuentran espacios de realización”.
El mismo autor nos cita que: “Los órganos de control del Estado son fundamentales para el combate a la corrupción, siempre y cuando sean efectivos e independientes, se orienten hacia los intereses sociales y a la plena garantía de los derechos humanos desde el punto de vista del combate a la corrupción e impunidad, el Estado de derecho debe verse desde las dimensiones de la accountability horizontal y social. No se trata de olvidar aspectos como el de la garantía a los derechos humanos o los mecanismos democráticos de origen y ejercicio del poder público, pues ahí también se encuentran explicaciones sobre las limitaciones al momento de enfrentar la lucha contra la corrupción. Sin embargo, los órganos de control del poder son determinantes en la minimización legitima de la corrupción”.
Y algunas otras concepciones sobre la corrupción podemos citar que Manzetti y Wilson (2007) conceptualizan a la corrupción como una transacción ilegal en la que los servidores públicos y otros actores intercambian bienes para su beneficio. Esta situación se convierte en un problema público cuando ocurre en el contexto gubernamental. Por su lado Villoria (2007) define la corrupción como el abuso de un trabajo oficial por el que un funcionario se beneficia directa o indirectamente privilegiando intereses privados sobre los comunes y violando reglas y principios públicos.
El tema de la corrupción e impunidad sigue galopante en nuestros días y tal parece que por todos intereses que representa nos sigue como imagen sombría y se niega a desaparecer de nuestra cotidianidad, en una sociedad que lucha todos los días por construir una realidad distinta y alejada de la corrupción e impunidad que a través de la historia de nuestra nación mucho han herido y lacerado a una sociedad lastimada por esos y otros tantos temas que se arrastran del pasado.
Practicas nacidas y ejercidas por la condición humana decadente, arrastrada a través de las décadas de quienes son miembros y constructores de regímenes políticos integrados por grupos constructores de corrupción, impunidad y tráfico de influencias, aunque igual hay que aclararlo con algunas honrosas excepciones entre esos grupos de un sistema que de democracia y legalidad sólo tienen el membrete, pues desde los más altos niveles del estrado de representación popular nauseabundos y moribundos negándose a desaparecer; y sólo por mencionar un tema que está en boga de la vox populi como es el tema de los terrenos solicitados en donación (gratis) por parte de Mariana Anaya Mota, hermana de la senadora Claudia Anaya, misma que pretendió gobernar el estado, en ese pequeño ejemplo que sólo es una muestra ínfima de toda la corrupción que si empezáramos a contar historias al respecto seguro estoy que no terminaríamos, pero de eso la propia sociedad puede dar cuenta con exactitud de tantos personajes impresentables de la vida pública que se han enriquecido de la noche a la mañana a costa de la corrupción, impunidad y tráfico de influencias, y que hoy varias y varios de ellos están pretendiendo nuevamente conquistar un puesto de elección popular mediante el engaño sistemático con discursos sin recursos.