Ezequiel Carlos Campos
Qué imposible era viajar a otro país. Mucho más subirme a un avión —por mi fobia a las alturas— y recorrer por los aires ciento de kilómetros. Creí buena idea leer antes de viajar Por los aires, colección de relatos coordinada por Stephen King y Ben Vincent; este libro está dedicado a todos los pilotos, reales o ficticios, que aterrizaron sus aviones en un vuelo complicado e hicieron que los pasajeros llegaran sanos y salvos a sus respectivos destinos. Stephen King odia volar, así como muchos otros escritores que se recopilan, porque qué nos puede pasar volando a nueve mil pies de altura, atravesando a toda velocidad el espacio superior y encerrado en cabinas que se asemejan a ataúdes voladores. En este libro encontramos todas las maneras en las que nuestras experiencias pueden salir mal, convertirse en una pesadilla; es una lectura ideal para cuando volamos, especialmente en esos momentos difíciles. Sí, quise prepararme bien para mi primera vez en un avión.
¿Recuerdan su primer viaje en avión, cuando conocieron otro país? Qué nervios se sienten: que la maleta pese más de lo permitido, equivocarse de puerta, llegar tarde al abordaje, subirse a un avión que no sea y llegar a un destino diferente, que me pasara algo como los relatos que leí, pues. Algunas cosas, claro, imposibles. Las señalizaciones son precisas, exactas. Viajar es sencillo: llegas y después estás en la sala de espera, listo para pasar la zona de seguridad, esperar y formarte, entrar al avión.
Realicé un viaje a El Salvador. Este país lo conocía por la poesía de Roque Dalton y por una gran cantidad de amigos
que sigo en redes sociales, también poetas. A través de sus publicaciones me di cuenta del bagaje cultura y literario existente en Centroamérica. Ellos coordinan el Festival de Poesía “Amada Libertad”, en honor a Leila Patricia Quintana, quien fue una poeta guerrillera que cayó en combate en 1991, a la edad de 21 años. Saber que existen este tipo de eventos, por estos lugares, me hacía soñar más, hacer un viaje por la poesía centroamericana, cumplir un sueño, imaginarme siendo otra persona, viajando en su lugar. Cargué en mi maleta de mano mi libro de Roque Dalton como amuleto. Leí un par de poemas mientras volaba de Guadalajara a Ciudad de México, y otro par de la capital a San Salvador.
Es sorprendente descubrir más voces poéticas. Quizá por eso hice el viaje, sabía que había más poetas que Dalton. Y no me equivoqué. Alberto López Serrano, Josué Andrés Moz, Fabio Rivas Rivera y Amaru Flores, entre otra gente salvadoreña, me incitaron a descubrir su poesía y la narrativa de altos vuelos, alejada de las esferas internacionales. Ahí descubrí a Claudia Lars, Alfonso Kijadurías, Roberto Armijo, Pedro Geoffroy Rivas, Oswaldo Escobar Velado, y los narradores Arturo Ambrogi, Salarrué y Miguel Ángel Espino. El viaje por El Salvador significó el apasionamiento por estos autores.
Libros de todos ellos me acompañaron de vuelta. Roque Dalton quedó relegado en mi maleta documentada, ahora era, principalmente, Kijadurías y Armijo quienes hicieron de mi terror por volar un lapso agradable de poesía por los aires. Esta buena experiencia no podría compilarse en el libro de King y Vincent, claro está.