DANIELA ALBARRÁN
Estoy empezando mi segunda licenciatura y estos últimos meses he pensado mucho sobre la educación formal y su (no) pertinencia frente al mercado laboral. Elaboro: a inicios de año tuve mi crisis de los 30 años. Sentía que no había hecho nada con mi vida, que mi existencia era un despropósito gigantesco que llevaba a cuestas; estaba encerrada en un trabajo que tampoco me aportaba nada intelectualmente, sentía que mi cerebro se estaba apagando poco a poco a la falta de uso, y me dije: o encuentro un trabajo o me meto a estudiar otra licenciatura. La verdad, aunque empecé a inicios de año a mandar miles de CV, no pensé encontrar nada y me iba a conformar con estudiar otra licenciatura, porque pues, ajá, estudiar es lo único que aparentemente sé hacer medianamente bien.
Y pues casi casi al mismo tiempo, empecé en otro trabajo y a estudiar la licenciatura, que, aunque me gusta mucho estudiar, en este trabajo utilizo mucho mi cerebro, escribo y pienso mucho y la verdad, estudiar y trabajar me está costando el triple de trabajo, más porque gran parte de mi trabajo es estudiar-investigar-escribir, y mi cerebro termina literalmente caliente de tanto quemarlo durante el día, y en la noche pocas ganas me quedan de seguir estudiando.
Pero bueno, esta perorata sobre mi situación académica/laboral actual me sirve para elaborar mi siguiente pregunta: ¿Por qué estudiamos una licenciatura, maestría, doctorado, etc? En mi caso, aunque sé que es un despropósito, lo hago por un genuino amor al conocimiento; sin embargo, el trabajo que tengo actualmente me ha permitido ver otra forma de conocimiento que no es necesariamente académico o formal, y que antes no podía verlo poque no lo conocía. Contexto: gran parte de las personas con quienes trabajo tienen oficios en temas de autos: son especialistas en carrocería, en Equipos Pesados, en pintura automotriz y un largo etcétera; cuando digo especialistas son verdaderamente especialistas, o sea, gente que es la élite del campo en que se desarrollan, nivel se van a dar y recibir cursos a todo lo largo y ancho del mundo, y ahí es a donde quiero llegar.
A mí me contrataron para “formalizar” el conocimiento de esas personas, y cuando digo formalizar es tratar de entender y transformar sus conocimientos en algo tangible y monetizable, pero desde un lugar que les haga ver ese conocimiento como algo que permita ser una autoridad dentro de un sistema de conocimientos que sólo si tienes un papel, es válido. En palabras menos rebuscadas: el papel valida tu conocimiento.
No creo que esté mal que se quiera “formalizar” ese conocimiento, sino más bien lo que me incomoda, es que, al menos el mundo en el que normalmente vivo, en el que casi el 90% de las personas que conozco tienen de licenciatura para arriba, se menosprecie el conocimiento no formal, no académico, y me parece maravillosa la oportunidad de saber, reconocer y ayudar a promover un poco que todo el conocimiento es válido, que es importante que se volteé a ver que hay muchas formas de conocimiento, y que lo más importante es que ese conocimiento, sin importar de dónde provenga, sea compartido y democratizable.