GIBRÁN ALVARADO
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Otra vez, para Mariana Torres, porque
siempre me lleva al camino de lo incierto
Last night dreamt i went to Manderley again…
Al culminar 2023, comencé a visualizar el posible rumbo de esta columna, iniciar con un repaso general de lo más destacado del año anterior (según mi perspectiva) o darle seguimiento a la época de premios (el pasado 7 de enero se entregaron los Golden Globes). Después, retomando mis estadísticas de Letterboxd, me pareció interesante repasar varios filmes de un director específico cada mes. Aún sin rumbo definido, durante las vacaciones decembrinas recibí la encomienda de conseguir Rebecca (1938), de Daphne du Maurier, autora que desconocía.
A partir de esto, hice la búsqueda básica en la red y descubrí que el gran Alfred Hitchcock había llevado varias de sus obras al cine, entre ellas, la propia Rebecca, en 1940. ¿De qué va este filme protagonizado por Joan Fontaine y Laurence Olivier? Es una película que va del romanticismo de suspenso enmarcada en la alta sociedad y las peripecias de una “cenicienta” que, dejándose llevar por las circunstancias, tiene que enfrentar su pasado y el de los demás. De esta joven nunca sabemos su nombre, al inicio es una huérfana que se convierte en asistente y viaja a Montecarlo, ahí, se enamora de Maxim de Winter y es llevada con él a Manderley, la finca privada de su futuro esposo.
A lo largo de la obra podemos darnos cuenta de que todo versa sobre la idea de “suplantar a alguien”, hay sombras en el ambiente, la principal es la de Rebecca de Winter, la esposa difunta de Maxim, detrás de ella hay muchos secretos, cada uno de los personajes secundarios pareciera que conoce un fragmento de la historia de esta mujer, una femme fatale que siempre está presente, pese a haber dejado el plano terrenal, todo gira en torno a ella, su pasado sigue atormentando a su marido y guiando el devenir de la nueva esposa, la cual tendrá que indagar en la vida de su antecesora.
Rebecca murió, ¿en qué circunstancias?, sea el lector quien indague, este suceso atraerá la mirada y el recelo de varios. Todo aconteció en el mar, a los pies de Manderley, de ahí que Maxim, siempre que se habla de ello se moleste, es un hombre que aún no supera el acontecimiento, lo evade, quizá por ello buscó a una sustituta que no solo lo ame sino que también lleve las riendas de su hogar pese a que tenga que ir aprendiendo, conociendo a la servidumbre, la cual también tiene sus recelos ante la nueva Mrs. De Winter.
Será la señora Danvers, ama de llaves de Manderley y la más reticente a la nueva inquilina, la encargada de recordarle siempre la omnipresente presencia de Rebecca, será la causante de las vergüenzas de Mrs. de Winter ante su marido y las demás visitas, será el fuego que intentará quemar ese nuevo amor de su amo… El filme, pese a seguir los lineamientos del Código Hays, es fiel al libro y otorga varios detalles que harán pensar al espectador sobre las indagatorias que se presentan, a fin de cuentas, qué podíamos esperar de Hitchcock, el maestro del suspenso.