
El libro ha sido aquel compañero incansable que nos aguarda en la mochila, a un lado de la lámpara de noche y en las vigilias solitarias. Las voces internas son de un valor incalculable cuando cerca no hay nadie a quien oír, pero ansiamos conocer nuevos horizontes, o cuando simplemente tenemos ganas de abrazarnos desde adentro y pegamos, a través de las palabras, aquellos fragmentos que nos hacen resonar como maracas cuando caminamos entre las personas que tienen sus propias maracas por dentro.
Un libro es un compañero, un amigo y un enemigo: tomar nuevas voces entre nuestros ojos nos lleva siempre a un encuentro inesperado, a una experiencia personal que nada tiene que ver con las reseñas o los top diez de las mejores publicaciones del año. Es más, ni siquiera los clásicos nos aseguran que se convertirán en un llanto incontrolable o que se nos estrujará el alma con cada verso, párrafo o punto final.
Por eso aquí celebramos dos cosas: una, poder navegar entre las filas de los módulos con la esperanza de encontrar algo que nos mueva el impulso lector genuino y, dos, la experiencia estética personal, única e intransferible. Además, de estas dos cuestiones, agregaría una que nos deja la Feria Nacional del Libro Zacatecas (Fenaliz), el encuentro y la convivencia con el autor de aquellos compañeros de viaje y vida, pues, por muy pequeño que sea el escenario, aquí en esta bohemia ciudad de luz ámbar, no faltó el público, las experiencias y los diálogos con la persona viva, la que tiene muchas cosas que decir sobre lo que está y no entre las páginas publicadas.
En este número, les dejamos una pequeña probadita de nuestros encuentros en la Fenaliz, lo que surgió de nuestro proceso lector y la experiencia de reconocerse o no, aprender o no, en el transcurso de las presentaciones.
Además, les dejamos de viva voz una entre vista con Dahlia de la Cerda, quien vino a presentar su segundo libro: Desde los zulos, y quien, con una voz incendiaria propia de este El Mechero, nos narra su construcción y desconstrucción como escritora y activista, porque ambas aristas conviven y se complementan, más de lo que podría parecer lo contrario. Asimismo, la entrevista viene acompañada por una reflexión de Sara Andrade, “Escribir desde los zulos, una posición política”, con base en su propia experiencia lectora y de escritura.
También, nuestra querida Verónica G. Arredondo nos regala su texto “Cuéntame mentiras, Raconte-moi des mesonges. Literatura infantil de Bernardo Govea”.
De igual forma, el equipo de El Mechero tuvo oportunidad de andar de presentador y Ezequiel Carlos Campos nos trae “Un denso tejido de palabras: cuatro notas sobre Puño y letra, de Óscar de Pablo”, Alberto Avendaño nos acompaña con “La construcción del poeta moderno”, acerca del libro de Pedro Serrano, y yo, su servidora y amiga, les comparto “Sobre ¡Violencia!, y todas las Violencias que habitan en nosotras”, de la presentación de la talentosa dramaturga Valeria Loera.
De igual manera, no puede faltar nuestra colaboradora de ciencia de cabecera, Perla Yanet Rosales Medina, quien nos presenta una disertación sobre “El Tiempo”, y a la generosa Marifer Martínez Quintanilla, quien nos regala (como siempre) sus impresiones lectoras entretejidas con su experiencia de vida con “Carta al hijo o de cómo lo más sensato es escribir para que el hijo recuerde”.
Para cerrar, en la gráfica a Eduardo Santana, quien nos deja ver, y no, a través de las siluetas toda una historia, y varias, que se asoman a través de los colores, las formas y las texturas. ¡No lo olviden, juntos incendiamos la Cultura!
Karen Salazar Mar
Directora de El Mechero