Miriam Serrano*
El próximo primero de diciembre se cumplirán cinco años de que a México lo gobierne Andrés Manuel López Obrador y tan llevada y traída Cuarta Transformación, a través de la cual se han tenido aciertos y desaciertos, aunque para estos últimos no tenga la humildad de reconocerlos, asumirlos y revertirlos.
Sin embargo, lo que pretende hacer con el Poder Judicial de la Federación es quitarle la autonomía para él asumir ese poder, tal como lo ha venido haciendo con el Poder Legislativo y su aplanadora Morena y aliados.
Aunque México a nivel mundial no representa una potencia y tal vez para John Locke y Charles Louis de Secondat (Montesquieu) no fue representativo, pues aún no existíamos como nación, en este momento podrían estarse revolcando en sus tumbas, pues hay que recordar que ellos fueron los formuladores de la teoría de la división de poderes, bajo la premisa de que éste, el poder, debería desconcentrarse para lograr los equilibrios.
Y tal parece que para López Obrador el totalitarismo es la mejor forma de gobernar, pues aunque jurídicamente aún no sea posible, de facto lo ha venido haciendo a lo largo de los años con su intransigencia y su desgastado discurso de llamar a todo aquél que no esté de acuerdo con él como integrantes de la mafia del poder.
En el Poder Legislativo, si bien hay una mediana oposición que le han dado al presidente algunos “dolores de cabeza”, ésta no ha sido lo suficientemente fuerte para parar algunas tropelías orquestadas desde palacio nacional.
El argumento de López Obrador sobre el Poder Judicial es la corrupción, para él todo lo que no funciona “a su interés”, está plagado de este mal, pero valdría la pena recordar qué pasó dentro de la Seguridad Alimentaria (SEGALMEX), o bien en la propia Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (SADER) con su programa de crédito ganadero a la palabra, hace algunos años, fueron instancias señaladas por actos de corrupción, es decir, dentro de su propio gobierno existe este cáncer que quiere “desaparecer” del Poder Judicial de la Federación, “viendo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el suyo”.
Quitarle 13 de los 14 fideicomisos con los que contaba este poder, bajo el argumento de la corrupción y de que los Ministros de la Suprema Corte de Justicia ganan demasiado, es como decir que en su gobierno es una realidad la austeridad republicana y que el recurso que se obtiene del pago de impuesto es aplicado a cabalidad, esto gracias a que sus funcionarios e incluso él mismo tienen un sueldo muy austero, ajá.
Lo realmente grave es lo que pretende hacer con el Poder Judicial y es atarlo de manos para que sucumban a sus deseos, decisiones y antojos, dejando de lado la protección de la población, porque es a la instancia que cualquier persona puede acudir ante la violación de sus derechos en materia jurisdiccional y como bien dijeron hace unos días los trabajadores aquí en la entidad, gracias a las sentencias obtenidas hay niños que reciben su pago de alimentos ante padres desobligados, niños y adultos recibiendo su tratamiento contra el cáncer porque es una realidad que existe falta de medicamentos y de atención, además de otros tantos casos donde la aplicación de la ley ha permitido que los derechos humanos sean respetados.
De seguir con sus intenciones nos veremos sometidos totalmente a merced y voluntad de quien hoy por hoy ostenta el poder, no sólo en lo nacional, sino también en lo estatal, pues hay mandatarios que desde antes de asumirse como tales mostraron su pleitesía y sometimiento al tradicional “sí señor, lo que usted diga”, ojalá haya un despertar social que exija que lo que se ha conquistado a lo largo de la historia no lo desaparezcan intereses individuales, recordemos que ya viene el tiempo de tomar decisiones para elegir a quienes seguirán… AL TIEMPO.