Por Luisa Espinosa Carmona*
La insulina es una hormona que libera el páncreas y les indica a las células que se abran y absorban la glucosa (“el azúcar”) para convertirla en energía. Si hay resistencia a la insulina, las células no reaccionan ante ella ni se abren, lo que causa un nivel alto de glucosa en la sangre. Se refiere a una alteración metabólica en donde tus células del páncreas (encargadas de la producción de insulina) se ven exhaustas por un largo proceso de estar trabajando al doble o quizá al triple de su función normal.
Los síntomas que puedes detectar son:
- Sentirse cansado la mayor parte del día
- Dolor de cabeza
- Mucho sueño después de comer una carga alta de carbohidratos
- Aumento inexplicable de peso
Lesiones en la piel características que se llaman acantosis nigricans, las puedes detectar muy fácilmente como MANCHAS en el cuello, axila o ingle que dan un aspecto de “suciedad” en la piel.
Si cuentas con más de uno de los síntomas anteriores y tienes alguna sospecha de poder presentar resistencia a la insulina, debes acudir con tu médico y realizarte los estudios de laboratorio que la o el profesional considere necesarios, para así poder tener un diagnóstico preciso.
Es importante señalar que a pesar de haber ciertas condiciones que aumentan la probabilidad de presentar resistencia a la insulina, absolutamente TODOS podemos desarrollarla.
¿Cuáles son esas condiciones que me ponen en un mayor riesgo?
- Antecedentes familiares de diabetes tipo 2
- Ser mayor de 45 años
- Fumar
- Consumo de algunos medicamentos: esteroides, antipsicóticos y medicamentos para el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH).
También hay otras afecciones asociadas a la resistencia a la insulina, como la apnea obstructiva del sueño, la enfermedad del hígado graso, el síndrome de ovario poliquístico, aumento constante de peso (tener en cuenta las fluctuaciones de peso por alimentación restrictiva y rebote) el síndrome de Cushing, entre otros.
La resistencia a la insulina puede llegar a revertirse cuando la persona que la presenta lleva un tratamiento farmacológico correcto y hace modificaciones de importancia en su estilo de vida.
Ahora te dejo algunas recomendaciones que te pueden ayudar a mejorar esta condición:
- Como es la normalidad, mi primera recomendación es que acudas con tu nutrióloga/o de confianza para poder crear una estrategia alimentaria personalizada y así obtengas los mejores beneficios para tu estado de salud.
- Evitar ayunos prolongados.
- En tus tres tiempos de comida principales, tener presente el consumo de proteína, grasas de buena calidad como aceites vegetales prensados en frío y aguacate, agregar verduras y preferir carbohidratos complejos como lo son los cereales integrales.
- Evitar el consumo constante y en cantidades abundantes de alimentos con alto contenido de azúcares sobre todo aquellos de absorción rápida como el azúcar de mesa, jugos (sobre todo industrializados), refrescos, bebidas isotónicas, bollería, mermeladas, etc.
- Acompañar el consumo de frutas con algún tipo de oleaginosas, puede ser cacahuate, almendra, nueces, semillas, pistaches, piñones, etc.
- Realizar actividad física de manera constante, puedes caminar, trotar, saltar la cuerda, hacer ejercicio de fuerza, etc. Procura que la actividad que realices, te sea placentera y fácil de costear.
- Mantente en monitoreo nutricional y médico constante.