Gibrán Alvarado
El cine como objeto artístico es el reflejo de una época, de una sociedad. Considero que está determinado por su tiempo y en muchas ocasiones funge como un elemento catártico que da vida y voz a las problemáticas relevantes de un entorno específico. Más allá de lo que podemos considerar como “comercial”, lo cual tiene una función meramente de esparcimiento para buscar el beneficio económico o, en algunas ocasiones, implementar una forma de pensar.
Reflejar una realidad, sin filtros, mostrar cómo es vivir los acontecimientos, no en un aspecto documental sino tener la capacidad de usar “la ficción” como herramienta comunicativa eficiente fue pieza clave de lo que se conoce como Neorrealismo italiano, movimiento artístico que tuvo sus orígenes en la posguerra de la Segunda Guerra Mundial y que proporcionó varios filmes relevantes, bastará uno de ellos para destacar algunos de los elementos que considero clave.
El entorno político, cultural y social después de un acontecimiento bélico es complicado, sobre todo para los estratos más desprotegidos, la clase trabajadora, las personas comunes que día con día buscan el sustento. Ladrones de bicicletas (1948) es una excepcional muestra de ello. Una época complicada en la que tener empleo es un privilegio, en donde se vive con zozobra ante una realidad incierta, en la que todo está perdido y hay que salir adelante a través de diversos escollos.
La película de Vittorio de Sica está compuesta de pequeñas, pero complicadas cosas, pone ante el espectador una situación simple, al comprender el contexto en que se está desarrollando cobra sentido. Un trabajador, vaya privilegio estar empleado, sale de casa para cumplir con sus labores y mientras coloca unos anuncios le roban su bicicleta, habrá que comprender la realidad italiana de la época para darse cuenta de la importancia de este acontecimiento tan nimio, la clave está en las pequeñas cosas, en esas que moldean una realidad y cobran sentido al ser partícipes y empáticos con Antonio, su hijo Bruno y su esposa María, pues han perdido la herramienta que les da sustento. A partir de ahí, el filme sigue las peripecias en la búsqueda de la bicicleta y cierra, inesperadamente, con una situación que, de no haber sido causada por el hurto inicial, no habría culminado de esa forma. Invito al lector para que observe el desenlace.
El neorrealismo italiano es una ventana hacia la vida de miles, hacia los horrores de la guerra, hacia la realidad cotidiana de los desprotegidos, hacia la pugna por la sobrevivencia, hacia las injusticias prolongadas.