DORALI ABARCA
Este post es para ti, sí, para ti que te aventuras en algo nuevo, en esa revista digital que encontraste por casualidad en Instagram, tal vez porque alguien lo posteó en su feed. ¿Y qué haces ahí? Si no escribes, si no lees.
Éste es para ti, que vas de un lado a otro.
Bourdieu nos muestra cómo nuestros egos y deseos se entrelazan en los grupos sociales a los que pertenecemos, algunas veces por elección, otras simplemente porque así nos tocó. Nos encontramos, entonces, obligados a pertenecer, como títeres de nuestros propios deseos, siempre con ese objetivo de encajar.
¿Y qué pasa con lxs saltamontes? Con aquellxs que vamos de gustos a disgustos, de la soledad a fiestas con desconocidxs. ¿Qué sucede con lxs que cambian de rumbo a cada instante? Con lxs que nos movemos en espiral y rodamos en zigzag.
Este post es para ti, que no tienes un grupo fijo de amigxs, pero siempre hay amigxs presentes. Para ti que eres aprendiz de todo y expertx en nada. Para mí, que me acerco a todos y todo: que veo comedia y escucho tango.
Este post es para quienes tienen una pertenencia singular, cuyo camino se traza lineal y se tuerce de pronto. Este texto es para mí, que hoy escribo, mañana aprendo a bordar y pasado estoy a punto de acampar.
Este texto es para ti, que perteneces a cualquier lugar donde aterriza tu mente, a cualquier persona con la que conectas de inmediato, a cada espacio nuevo y a cualquier tipo de comunidad.
La pertenencia singular es maravillosa: no te ata a nada. Se escurre en el placer, el asombro, la sed de aprender y el hambre de descubrir lo que antes no existía en tu mundo.
Como dice Bourdieu, “el espacio social es también un campo de lucha simbólica, en el que los agentes se enfrentan por la legitimidad, por la pertenencia y por el reconocimiento”.