
Hay nombres que no sólo se dicen: se invocan. La Santa Gráfica es uno de ellos. No se trata de una firma ni de un taller al uso; es más bien una constelación de manos, un territorio móvil de ideas, un altar en el que se funden la tinta, el papel y la voluntad de crear desde la raíz. Aquí, en esta casa de puertas abiertas, la gráfica no es un oficio solitario ni un ejercicio de autoría cerrada: es un tejido de afectos, una apuesta por lo común, una forma de resistencia.
En la entrevista realizada por Pedro López Reséndez, emerge el pulso vital de este colectivo zacatecano que desde 2016 ha sabido bordar una red de complicidades gráficas que trasciende las individualidades. Lo que comenzó como un espacio de encuentro impulsado por una urgencia creativa, se convirtió pronto en un núcleo de producción y acción que no sólo imprime sobre papel: imprime sobre los días, sobre las calles, sobre los cuerpos que marchan, sobre las memorias que resisten.
Lejos del mito del artista aislado, La Santa Gráfica es el testimonio vivo de que la colectividad no resta, sino que potencia. Aquí se conversa, se cocina, se imprime y se sueña en voz alta. La técnica —la serigrafía, el grabado, el esténcil, la xilografía— es sólo una parte del relato: lo fundamental está en la forma en que se comparte el conocimiento, en cómo se disuelven las jerarquías, en esa política del encuentro que hace de cada proyecto una celebración del hacer con otros.
El papel, soporte cotidiano y frágil, se vuelve símbolo de este gesto: crear desde lo que se tiene, desde lo que a veces se olvida. La gráfica se hace entonces no sólo por necesidad material, sino también como declaración ética. Frente a un sistema que fragmenta, jerarquiza y aísla, La Santa Gráfica responde con comunidad, con arte accesible, con imágenes que se cuelgan en las plazas y no en los muros exclusivos. Es arte para mirar y para pensarse desde lo colectivo.
En sus talleres no hay distinciones ni exclusiones. Se convoca desde la afinidad, desde la voluntad de diálogo, desde el deseo compartido de intervenir el mundo con imágenes. Mujeres, hombres, disidencias: la invitación está abierta para quien quiera sumarse con respeto y corazón. Así, el colectivo se expande como una red que no deja de crecer, una cartografía de afectos impresos.
Esta entrevista no busca clausurar significados, sino abrir caminos: hacia el arte que se hace con otros, hacia las redes que salvan, hacia las preguntas que se imprimen para no olvidarlas. Porque, como bien lo dicen sus integrantes, “la gráfica es una herramienta que nos une, que nos permite hacer comunidad, que nos enseña a mirar juntos”.
Bienvenidos a La Santa Gráfica y no olviden que juntos ¡incendiamos la cultura!
Editorial
El Mechero