Ana Rodríguez Mancha
Desde los inicios de la humanidad, el pelo forma parte primordial en la protección de la piel y regulación de la temperatura corporal, cada vello se encuentra distribuido perfectamente según la adaptación a los agentes externos de la vida diaria, en los mamíferos como el zorro la muda comienza por los pies, para terminar en el dorso, experimentando por año el intercambio de cabello que se da de forma cíclica y dependiente de estación, algo similar pasa con el humano, que poco a poco fue perdiendo pelo, hasta quedar como un vestigio evolutivo. “Sansón”, el personaje mítico de la biblia, que se caracterizaba por una fuerza descomunal gracias a su cabello, es el vivo ejemplo de que el cabello tiene una importancia trascendental desde el punto de vista social, psicológico, sexual y ornamental; pero ¿realmente la fuerza de alguien reside en su cabello?
Se desprenden al día 100 cabellos aproximadamente de manera normal, aumentando la muda en verano y principios de otoño hasta casi 200, como efecto adaptativo; pero esta regla se pierde en la Alopecia areata, enfermedad autoinmune, de origen multifactorial que se caracteriza por pérdida de cabello por áreas, ya sea en placa simple o de múltiples variedades, llegando en ocasiones a una depilación completa del cuero cabelludo (alopecia total) o de todas las áreas del cuerpo (alopecia universal). Afecta a 1 de cada 100 personas en el mundo, de cualquier edad y sexo, en donde el origen de la perdida se atribuye al sistema inmunológico, que ataca al propio folículo piloso alterando el ciclo de vida, acelerando la caída, y suprimiendo el crecimiento. Algunos otros factores que influyen en su aparición son la predisposición genética, infecciones o enfermedades que afectan el sistema inmune, el estrés constante, el descontrol hormonal y la dieta.
Clínicamente se puede hacer el diagnóstico, al observar las placas redondas o irregulares que, aunque son asintomáticas, previamente puede sentir prurito (comezón) o presentar traquioniquia (uñas con puntilleo) como afección en la lámina ungueal, en ocasiones el diagnóstico no resulta sencillo, por lo que se utilizan técnicas como la tricoscopia para el diagnóstico definitivo. No existe un medicamento curativo, pero el tratamiento va encaminado en disminuir la inflamación, frenar la caída y estimular el crecimiento, algunos fármacos utilizados son los antinflamatorios orales o locales como los corticoides, suplementos de calcio, vitamina D, inmunosupresores o inmunoterapia tópica, cada uno de estos fármacos estrictamente supervisados por su médico.
La esfera social y psicológica son las más afectadas por esta enfermedad, donde se señala y estigmatiza la apariencia, inicialmente es un secreto que se puede ocultar, pero como va pasando el tiempo y se va afectando con más estrés y depresión, las placas pueden confluir y hacer una perdida más evidente de la alopecia en lugares visibles, como las cejas, barba o bigote, develando la realidad de que no se cuenta con esa apariencia perfecta, que las redes sociales, el maquillaje y los medios digitales han sembrado erróneamente en la sociedad. Acudir al médico e informarnos sobre lo que nos pasa físicamente, también es una muestra de amor propio que nos hace fuertes con o sin cabello, porque juntos decimos salud a la prevención.