CAROLINA DÍAZ FLORES
El acceso a los servicios de salud es un derecho fundamental que debe ser garantizado a toda la población. Sin embargo, en México, este acceso enfrenta diversos escenarios que limitan la atención adecuada y oportuna a millones de ciudadanos. Estas dificultades se pueden agrupar en tres categorías principales: la infraestructura sanitaria, la situación socioeconómica de la población y la calidad de los servicios.
El primer lugar, la infraestructura sanitaria y los recursos humanos, pues uno de los principales obstáculos en el acceso a la salud en México es la desigualdad en este campo, en áreas rurales y en comunidades marginadas, los centros de salud son escasos y, en muchos casos, carecen de los recursos básicos. Esto se traduce en largas distancias que los pacientes deben recorrer para recibir atención, lo que puede resultar en un retraso en el tratamiento de enfermedades. Además, las instalaciones suelen estar sobrecargadas, lo que afecta el tiempo de espera, la atención y la calidad de la misma (pues el 33% de la atención médica en México se brinda por becarios, es decir, estudiantes de práctica clínica, médicos internos, médicos pasantes y médicos residentes, quienes siendo personal en formación fungen como profesionales aún sin contar con las credenciales necesarias).
El segundo factor que influye de manera relevante en el acceso a los servicios sanitarios es la situación socioeconómica de la población, pues la pobreza es otro factor que incide significativamente en el acceso a los servicios de salud. Una parte importante de la población mexicana carece de recursos suficientes para cubrir gastos médicos, medicamentos y transporte. Esto es especialmente preocupante en el contexto de enfermedades crónicas, donde los tratamientos requieren un compromiso financiero a largo plazo (basta presentar el gasto de un paciente diabético de su propio bolsillo en nuestro país, pues en el mejor de los casos es de 24 mil pesos mensuales hasta casi 100 mil pesos).
El último elemento involucrado es la calidad de los servicios, incluso cuando los pacientes logran acceder a los servicios de salud, a menudo se enfrentan a problemas de calidad. La escasez de personal médico calificado y la insuficiencia de insumos básicos en los hospitales son realidades comunes. Esto puede resultar en diagnósticos erróneos, tratamientos inadecuados o demoras en la atención. Además, la percepción de corrupción y desconfianza en el sistema de salud puede desincentivar a los pacientes a buscar atención, perpetuando un ciclo de problemas de salud no tratados.
En conclusión, los servicios de salud en México representan un desafío complejo que requiere una atención integral y un enfoque multidimensional (donde no sólo la Secretaría de Salud debe involucrarse, sino todo el Estado como aparato administrador de la vida de las comunidades). Es urgente abordar las deficiencias en la infraestructura, mejorar las condiciones socioeconómicas de la población y garantizar la calidad de los servicios, pues son pasos cruciales para asegurar que todos los mexicanos puedan disfrutar de su derecho a la salud. La implementación de políticas públicas efectivas y un compromiso real por parte de los distintos niveles de gobierno son esenciales para transformar este panorama y avanzar hacia un sistema de salud más equitativo y accesible para todos.