Por Ana Guadalupe Rodríguez Mancha
Imagina por un momento algún evento importante en tu vida, la entrevista de trabajo que habías esperado por años, el viaje de tus sueños a Europa, la boda de tu hijo que planearon por meses o el concierto de tu cantante favorito; todos forman parte de un proceso social que el ser humano está acostumbrado a vivir, pero ¿te imaginas que, al estar en esos sueños, el panorama sea húmedo e incómodo por la pérdida involuntaria de orina? Ésta es la realidad oculta que más del 50% de las mujeres en el mundo viven, limitando ciertos lugares y ocasiones por el miedo a la incontinencia urinaria.
La incontinencia urinaria se define como la queja por pérdida involuntaria de orina, ya que se pierde la autorregulación normal del cuerpo, normalmente la vejiga al ser estimulada por los receptores propios de su interior al encontrarse llena y enviar el estímulo hacia los nervios espinales de la médula, desencadena la necesidad de orinar, pero es el esfínter externo de la vejiga donde se encuentra el control voluntario y en general se mantiene contraído hasta que la persona decide orinar; la afección en alguna parte del sistema fisiológico es la causante de esta condición.
Existen diferentes tipos de incontinencia entre las más comunes se encuentra la incontinencia de esfuerzo provocada por el aumento de presión abdominal (ejercicio, tos o estornudos), seguida de la incontinencia mixta que es la pérdida involuntaria de orina asociada a la urgencia miccional y también en relación con los ejercicios, esfuerzo, tos o estornudos y por último la incontinencia urinaria de urgencia que es la pérdida involuntaria de orina acompañada o precedida de urgencia miccional, que es repentina y con fuerte deseo de orinar.
Los factores de riesgo no modificables se encuentran en la genética, donde algunas mujeres nacen con una musculatura pélvica débil, historia familiar de incontinencia en madre o hermanas, el estado gravídico por el aumento de peso tiende a estirar los músculos del suelo pélvico, el parto, la menopausia, cirugías ginecológicas.
Entre los factores modificables se encuentra la obesidad, estreñimiento crónico, el tabaco, estimulantes vesicales como el café, bebidas alcohólicas, gaseosas o dulces, beber demasiada agua y realizar esfuerzos físicos puede empeorar el problema.
Entre los años 40 y 50, el ginecólogo Arnold Kegel detectó que las mujeres que habían tenido muchos embarazos y partos vaginales presentaban salida de orina de manera involuntaria con el simple hecho de realizar esfuerzo; razón que lo impulsó en la implementación de los ejercicios de la musculatura del suelo pélvico, que años más tarde con las investigaciones se dieron cuenta que las pacientes que realizaban dichos ejercicios de manera regular, llegaban al orgasmo más fácil, más frecuente e intensamente.
Para empezar a ejercitar estos músculos primero debemos conocerlos, la mejor manera de identificarlos es detener la micción a la mitad del camino, una vez que sean identificados podrás realizar los ejercicios en cualquier posición y en cualquier hora del día. Esta técnica requiere algo de imaginación, recrea en tu mente como si estuvieras sentada sobre una canica y contrae los músculos pélvicos como si estuvieras levantándola, prueba esto durante tres segundos y luego descansa a la cuenta de tres, presta atención de no flexionar los músculos del abdomen, muslos o glúteos, evita contener la respiración y listo, repite estos pasos por lo menos 3 series de 10 a 15 repeticiones al día.
La incontinencia urinaria tiene un impacto negativo sobre la calidad de vida de los pacientes, en ocasiones la estigmatización, miedo, rechazo, burla y prejuicios es la antesala de problemas psicológicos como baja autoestima o depresión, por lo que siempre podrás contar con tu médico familiar para que te oriente y diagnostique lo antes posible, porque recuerda siempre serán mejor decir salud a la prevención.