DANIEL MARTÍNEZ LÓPEZ
Hace unos días vi en el cine Anatomía de una caída (2023), el más reciente filme de una directora llamada Justine Triet; digo, por aquello de que está nominada a mejor película y hay que estar preparados para la “gran ceremonia”. En esa cinta, un niño que tiene problemas de visión trata de tocar en su teclado una pieza que al momento me sonó familiar. De esas ocasiones en que uno piensa: “¿Dónde he escuchado eso?” Al salir del cine llegó la revelación: Spanish Caravan de The Doors. Más tarde pensé que no creía que ese niño estaría tratando de sacar una canción de una banda de rock sesentera, sino de otro artista, tal vez más viejo. Investigando me di cuenta de que la de los Doors se inspira en una pieza de finales del siglo XIX compuesta por un español: Asturias (leyenda) de Isaac Albéniz.
Esa no sería la única vez que Ray Manzarek utilizara una pieza de música docta para adaptarla a una de la banda californiana. En Hyacinth House, canción del álbum L.A. Woman (1971), el solo de órgano hace alusión a la “Polonesa en La bemol mayor, Op. 53” de Chopin. Y no es esa la única alusión que contiene Hyacinth House. Un día, leyendo On the road, de Jack Kerouac, me encontré una parte en la que el protagonista decía respecto de Dean Moriarty: “…nos entendíamos bien: nada de molestarnos, nada de necesitarnos… como unos nuevos amigos entrañables”. También pensé: “¿Dónde he escuchado esto?” Precisamente en la misma canción de The Doors. La letra lo dice tal cual:
I need a brand new friend who doesn’t bother me
I need a brand new friend who doesn’t trouble me
I need someone who doesn’t need me.
La referencia es casi literal y es bien sabida la filiación de Jim Morrison con los escritores de la Generación Beat, esos “poetas bebedores de cerveza en lata” como los llamó Julio Cortázar (o algo así, no pude encontrar la cita en Vuelta al día en 80 mundos). Tanto así que en ese mismo álbum hay una canción que trata de eso: The WASP (Texas Radio and The Big Beat).
Volviendo al cine, por casualidad (o quizá no), apenas unos días antes había visto la conocida biopic de Oliver Stone The Doors (1991), porque también casualmente (o quizá tampoco) unos días antes había empezado a explorar películas de MUBI y vi Dead Man (1995) de Jim Jarmusch. En la primera se nos presenta a un Jim Morrison muy apegado a la leyenda del rockstar y frontman: una estrella incomprendida, presa de la fama, los excesos y las decepciones, refugiándose en las drogas y el alcohol y muriendo a causa de ellas en circunstancias misteriosas (en este caso, con un actor protagónico que no termina de convencer). En el filme de Jim Jarmusch vemos a Johnny Depp en un papel poco conocido: un contador que llega a un pueblo extraño buscando trabajo y que se llama ni más ni menos que William Blake. Luego de varias peripecias se encuentra con un nativo americano que se hace llamar “Nobody”, y que lo confunde con el poeta y pintor inglés del siglo XIX; o más bien cree que es su espíritu o una reencarnación. Cuando William le dice su nombre, de inmediato Nobody, maravillado, le cita un fragmento del poema “Auguries of Innocence”, que dice:
Every morn’ and every night
Some are born to sweet delight
Some are born to sweet delight
Some are born to endless night
De nuevo: ¿Dónde he escuchado eso? La respuesta inmediata: End of the night del álbum debut y homónimo, The Doors (1967). El coro de esa canción va así:
Realms of bliss, realms of light
Some are born to sweet delight
Some are born to sweet delight
Some are born to the endless night
La referencia es inequívoca. Y si rastreáramos el árbol genealógico de Jim Morrison, entre las ramas sin duda encontraríamos, entre otros, a William Blake, junto con los simbolistas franceses y los ya mencionados “Beatniks”.
Por último, sólo por mencionar una escena icónica de una película también icónica, en la cinta de 1979 Apocalipse Now (que también vi hace poco), hay una escena muy representativa en la que se ve al protagonista, camuflado, emerger de un pantano en actitud de acecho mientras suena The End, la última canción del álbum del 67 (escena, por cierto, parodiada por Los Simpson, en uno de sus tantos homenajes cinematográficos). ¿Por qué en tan poco tiempo “casualmente” encontrar tantas referencias a un mismo artista? Pareciera que de pronto se manifiesta una especie de “azar concurrente” lezamiano. O será que el espíritu de Jim Morrison anda merodeando por ahí, apareciéndose en sueños, manifestándose en el inconsciente, como el espíritu de ese nativo americano que lo persiguió toda su vida.