GIBRÁN ALVARADO
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Durante el mes de junio se ha recorrido brevemente a través de la filmografía de Ismael Rodríguez, especialmente las que fueron protagonizadas por Pedro Infante. La trilogía de la pobreza muestra una reflexión que fue mostrándose de menos a más porque si en Nosotros los pobres la historia iba de los negros a los blancos, en Ustedes los ricos se muestra una pequeña redención y unificación “de clases” para cerrar con Pepe “El toro” y ser más mesurado en las divisiones entre el pueblo. Es evidente que esta columna no pretende realizar un análisis extensivo de este devenir en la trayectoria del director, pero sí mostrar esos mínimos detalles, proporcionados por el visionado diacrónico.
Por su parte, en Tizoc: amor indio tiene una premisa quizá más sencilla que las películas anteriores, donde se presentan estereotipos de una masa poblacional más amplia. Tizoc recupera elementos que aún están presentes en la sociedad mexicana actual, el clasismo y el racismo. Entre los mismos pueblos indígenas impera el desprecio hacia el otro, hacia el diferente, sin dejar de lado las claras diferencias entre estos y los mestizos civilizados, quienes se mantienen como los guías del otro. Además, está la jerarquía eclesiástica, quien funge como mediador entre la gente y es respetada por ambos grupos.
Pese a estas diferencias inquebrantables, hay un sincretismo cultural que, más allá del choque entre los “blancos” y los indios, la vida de la ciudad y la del pueblo, sigue siendo parte del día a día y que se logra a través de la religión, las danzas, la música y la necesidad que tienen los unos de los otros, todos cumplen su función para que se mantenga el orden. Dentro de todos estos acontecimientos, hay un indio, descendiente de reyes, que ha sido relegado, pero con su fe y su palabra logrará darse a respetar.
El indio Tizoc es un hombre ingenuo, poético, idílico que deambula entre la maleza con gran habilidad y ganándose la vida de forma honrada gracias a la cacería, es el mejor y, además, respeta a los animales y a todos los humanos, se caracteriza por no ser malo porque, como se lo dijo el sacerdote, él debe poner la otra mejilla, mantenerse al margen de problemas y llevar una vida tranquila, sin sobresaltos, es aquí cuando, mientras le reza a la virgen, de quien se enfatiza su imagen, tenemos el primer acercamiento a la presencia de María, la mujer que llega al pueblo y que robará el corazón del indio Tizoc.
¿El amor entre ellos es imposible? Hay una solución poética a este cuestionamiento.