Ana Rodríguez Mancha
Con motivo de la conmemoración del día mundial de la salud mental, cada 10 de Octubre varias instituciones presentan actividades de concientización, difusión y capacitación, dirigido a la sociedad, al personal de salud y familiares, todo con el objetivo de disminuir la discriminación y estigma social; con el lema “Salud mental, salud mundial: un derecho universal”, fue la cereza del pastel en el año en curso; pero quién o qué indica la normalidad? Cómo sabemos que pensamientos son anormales? Qué personalidad encaja con algunas patologías?. Estás son a menudo algunas interrogantes que se hacen en el primer nivel de atención, donde los pacientes acuden buscando ayuda para la sintomatología presentada, algunas veces con manifestaciones físicas de emociones mal canalizadas.
Propiamente dicho el trastorno límite de la personalidad, genera algunas lagunas mentales, simplemente el termino encierra divagación y confusión, al hablar de límite, a que es a lo que se refiere?, ¿Límite de qué? , ¿Qué es lo que está limitando? ¿Qué áreas están en la frontera? ¿A qué está aludiendo este nombre?, En realidad este término no evoca los rasgos que tipifican a este paciente, no tiene una especificidad significativa, no nos habla del paciente en cuestión, complicando el diagnóstico hasta para los profesionales, ya que pudiera ser una mezcla de varias enfermedades que no encasillan o cuadran en algún u otro padecimiento.
El trastorno límite de la personalidad se presenta alrededor de casi 1.5 % de la población mexicana, con un predominio en mujeres en la etapa adulta joven, el Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales en su edición número V (DSM-5), lo define como el patrón dominante de inestabilidad presente en las relaciones interpersonales, inestabilidad en la autoimagen y la impulsividad intensa. Se diagnóstica al manifestar 5 o más de los siguientes hechos: esfuerzos desesperados para evitar el abandono que hacen soportar infidelidades o violencia con tal de no perder al ser amado, relaciones interpersonales inestables e intensas, alteración de la identidad, impulsividad, comportamientos o amenazas de suicido o autolesión como el cutting, inestabilidad afectiva, sensación crónica de vacío, enfado inapropiado e intenso con dificultad de controlar la ira o ideas paranoides transitorias relacionadas con el estrés.
Existen factores que hacen más susceptible que una persona pueda desarrollar este padecimiento, la base genética ha demostrado que hijos de pacientes con esté trastorno son más propensos de presentarlo, ya que el cerebro presenta cambios sobre todo en las zonas que controlan los impulsos y las emociones, pero sin duda los más estudiados son los ambientes sociales y culturales donde el entorno familiar forma parte importante en la aparición de los síntomas, ya que la mayoría de las veces cuentan con el antecedente de acontecimientos traumáticos, como el maltrato, abuso sexual o físico, violencia familiar, abandono de los padres o adversidades durante la infancia, todos estos últimos factores prevenibles. La sociedad, las políticas públicas y la familia son el mejor eslabón para la detección temprana de las enfermedades mentales, juntos de la mano y en sinergia podremos lograr la tan anhelada salud mental y mundial que en ocasiones parece prevalecer solo en un cuento de hadas, en estados paranoides límites de la personalidad.