Vivir o morir por el arte
I
Respiro, después suspiro;
parpadeo y parpadeo
hasta olvidar el deseo
de escribirte en mi papiro.
Tantos recuerdos retiro
de mi conciencia y no sé
si algún día volveré,
pues soy un simple mortal,
morir o vivir da igual
si se apagara mi fe.
II
He perdido por completo
la esperanza de seguir
buscándote para huir
al beso más obsoleto.
Vengo a ser el amuleto
más desgatado que usas,
y por más que pongo excusas
absurdas para no verte
pareciera que en la muerte
puedo encontrar otras musas.
III
Mi cuerpo es un recipiente
condenado a perecer,
porque al nacer —sin querer—
muere uno lentamente.
Sé que voy a estar ausente
que ya no podré encontrarte
para odiarte o para amarte,
no me busques, por favor,
“y si he de morir de amor
que sea de amor al arte”.
Tratamiento contra el olvido
I
Aquí estoy sobre la alfombra
de la noche entristecida
como si fuera homicida
de sí misma y de su sombra.
El subconsciente me nombra;
pero, ignoro su llamado.
Suspiro, me he revelado
a la memoria ancestral
para ser el criminal
de mi imborrable pasado.
II
Se me olvida ser poeta,
supuestamente lo soy;
sin embargo, el día de hoy
no rayé ni mi libreta.
El lápiz es la muleta
de mis falanges; no obstante,
el silencio es inquietante
que me ensordece por dentro
cuando siento que no encuentro
mi enegrecido diamante.
III
Otra vez a la mitad
de la noche me extravío
al fondo de mi albedrío
solo por curiosidad.
Texturas de oscuridad
vendan mi ojos y tacto;
Me estremezco y en el acto
de estremecerme, la cama
improvisa un melodrama
silente en mi teseracto.
IV
Lámpara, libro, sollozo,
mesa, café, consecuencia,
lápiz, libreta, ocurrencia,
almohada, cama, reposo.
Ya mi sistema nervioso
procesa las letras lento;
esto me parece un cuento
que carece de sentido,
porque para el cruel olvido
no se ha hallado tratamiento.
La traducción de mi lunes
I
Domingo, ya es medianoche
se suicidan los minutos.
Hay grillos tocando lutos
al funeral de la noche.
El miedo es gesto fantoche
que me intimida el desvelo;
cierro mi cuarto, no hay vuelo
poético para ver
al tiempo retroceder
desde la cama hasta el cielo.
II
Medianoche, qué impotencia
es querer dormir y no
conseguirlo. Ahora, yo
no encuentro qué me silencia.
Borracho de indiferencia
escribo medio dormido,
aquí en la almohada obstruido
por el paso intransigente
de mi reloj impaciente
con manecillas olvido.
III
Es lunes prácticamente;
pero, en el alma no cabe
la decepción del que sabe
ser de sí mismo un demente.
El corazón está ausente
de su cuerpo en movimiento,
y pese a tener talento
como un actor de teatro
interpreto veinticuatro
horas de arrepentimiento.
IV
Nube que sin llanto moja,
duende inquieto de la vida,
accidente de avenida,
insomnio de luna roja;
Parábola, paradoja
de diez delitos impunes,
ripios de los más comunes,
horas sin inspiración;
aquellos conceptos son
traducciones de mi lunes.