Por: Giselle Ruiz
I
Me arreglaron una cita (Friends with money)
Respondo en mi cabeza
a las preguntas que aún
no has formulado:
Tengo treinta y tres,
estoy separada
de cráneo a útero
simétricamente
y lo que siento
va por un cable unipolar
del norte al sur físico
sin pasar por el centro.
Si habito tu plano,
me ocupo de limpiar casas,
de juzgar, más bien,
de observar a las personas
a través de lo que tiran
para que yo,
con toda la magia
de un Dios pulcro,
borre a cubetazos
manchas de aspiracionismo,
frustraciones familiares,
hedores del cuerpo.
Si me contagio de humanidad,
me guardo en mantas
y me quedo abierta
ligadura por ligadura
del dolor al éxtasis.
Tengo treinta y tres años
no sé en qué curva resbalé,
creo que Jesús tampoco.
Desconozco el rumbo
de la conversación
y por la expresión en tu rostro
esto no va a funcionar.
II
No se va, no se va, no se va
El dolor,
esa forma gráfica y voluminosa
de meter los ojos en la carne
para confirmar que el flujo sanguíneo
tiene el color de quien va a morir.
En mi interior hay balas de gotcha
tiñendo todos los engramas:
un blanco apenas vida
cercano al perdón de Dios
revela mi posición y, aquí me tiene,
hija pródiga espejo de agua
esperando que este paint check
sea el arcoíris final.
III
Rescate de un poema antiguo a razón de que A.C. estuvo el hombre y esa semejanza divina me llevó al odio.
Era un zorro en el jardín
una burbuja que acotaba mis palabras:
planeta, infancia, rojo sangre.
Al separarse significan yo,
bruma, golpe, coartada.
A veces los cuerpos
se pinchan
a veces
Dios
así.